Jueves 25 de Abril del 2024

El boxeador del Rivadavia

Ulises Blanco tiene 24 años y vive en el Barrio Rivadavia I. Posee una extensa […]

Publicado el 14 diciembre, 2019 por Nicolás Rosales

Ulises Blanco tiene 24 años y vive en el Barrio Rivadavia I. Posee una extensa trayectoria en el boxeo amateur. A pesar las complicaciones, su sueño de ser profesional y salir campeón del mundo sigue intacto.

Noviembre arrancó caliente. Las temperaturas máximas superaron los treinta grados. Y el día en que vimos a Ulises no fue la excepción. Llegamos al mismo tiempo. Él se bajó de su auto. Impecable, pelo corto y look a la moda. Listo para contar su historia. El Club Villa Miraflores abrió sus puertas y nos sentamos en sillas enfrentadas. El aire de un potente ventilador nos refrescó.  El grabador se prendió y Ulises se soltó de una. Sin filtros, sin cassette.

Confesiones

“Me acuerdo que tenía 13 años y mi mamá estaba detenida en el Penal de Ezeiza, ella ya llevaba siete meses privada de su libertad. Se contagió de tuberculosis. Así de un día para el otro me llamó una chica que era compañera de mi mamá diciéndome que la habían traslado al Hospital Muñiz. La ví solo dos veces después de eso. Fue a través de un vidrio y un teléfono. No me recordaba, había perdido la memoria. Y la tercera vez que la ví me la entregaron en un cajón”. Blanco empieza con semejante confesión con una naturalidad inquietante, su relato es sereno.

El pozo y la oscuridad

Después de la pérdida de su mamá, el joven boxeador se hundió en mundo oscuro al que le costó un tiempo salir. “Me agarró un dolor fuerte en el pecho que me lo quería sacar, no le encontraba sentido a la vida. No quería trabajar, no quería estudiar, entré en un pozo. Ahí empecé en el barrio con mis amigos, que aclaro no creo que hayan sido mala junta, algunos siguen en sus cosas y otros no, a perderme. De los 13 a los 17 años estuve entrando y saliendo en institutos de menores, en comisarías. Me drogaba con pasta base y marihuana, “un mixto” (como se conoce en el jerga barrial), tomaba pastillas, y pensaba que me sentía bien con eso. Hice cosas malas que hoy en día me arrepiento, era muy chiquito”. Todo pasó muy rápido en la vida de Ulises, incluso estuvo preso cuando tenía 17 años. Un día tomó una decisión. Sólo, contra las cuerdas de la vida, se fue de viaje al norte. Eso le cambiaría la vida para siempre.

San Miguel de Tucumán y “King Kong”

Se fue a la casa de sus tíos a la provincia de Tucumán. Allí lo recibieron con los brazos abiertos. Ulises quería dejar atrás su pasado. Se tuvo que adaptar a las nuevas costumbres de familia. Cierta disciplina y el contacto con el deporte a través del boxeo, fueron fundamentales. “Todo el tiempo que estuve en Tucumán sentí vergüenza de lo que había hecho antes. Mis primos eran todos deportistas, jugaban al fútbol, incluso en reserva, y mi tío me puso los puntos. Pasaron los días y me fui recatando, quería recuperar el pibe que había sido antes”, detalló. Pasaron unos meses, estaba aburrido y se anotó en la escuela para estudiar y en un gimnasio. “Llegué flaco y engordé. Empecé a hacer fierros, después natación. En el mismo gimnasio me dieron un volante de boxeo que era en otro gimnasio. Fui, entré y ví a dos profesionales guanteando. No me olvido más como boxeaban. Ahí me enamoré del boxeo. Se acercó el entrenador, Alejandro Álvarez, “King Kong” le decían, gigante, correntino, cara de malo. Ahí nomás me dieron unos guantes y empecé. Esto fue en el polideportivo Manuel Belgrano. Desde esa vez fui todos los días al gimnasio”. Así pasó un año.

Respirando boxeo, camino al profesionalismo

Después de su paso por el norte, Ulises continúo su entrenamiento en Buenos Aires en el gimnasio “Almagro Boxing Club”. Además de entrenarse, dá clases de boxeo en otros gimnasios y de manera particular. “Ser boxeador amateur no es fácil, hoy hago tres turnos por día. Me llaman de otros gimnasios para dar clases pero los rechazo porque no me dan los tiempos y porque priorizo mi entrenamiento, que es de alto rendimiento”. Se levanta muy temprano a la mañana para ir a entrenarse en Flores. Blanco explicó brevemente el paso del amateurismo al profesionalismo: “Cuando vos sos mayor de 21 años, estás federado y ganaste el 80% de las peleas, ya te podés pasar. Hoy tengo 30 peleas, 24 ganadas, 3 perdidas y 3 empatadas. Salí campeón Metropolitano 2019. Compitiendo como amateur llevo 3 años recién y quiero seguir para llegar mejor a ser profesional”, aclaró. Se cuida en las comidas y descansa bien para ser el mejor. Aún no se anima a poner una fecha para ser profesional. El sacrificio es cotidiano y su obsesión por el entrenar también.

La fama

Existe un denominador común en la historia de vida de los boxeadores en general: cuando comienzan una carrera de éxitos y un camino hacia la fama, muy pocos pueden manejar los flashes del jet set de la mejor manera. Ulises, a pesar de no ser aún profesional, se está haciendo conocido en el ambiente. Esto lo ha llevado a estar en estudios de televisión, hacer notas con móviles y hasta tuvo una participación en varios capítulos de una de las series argentinas más vistas en el último tiempo: El Marginal III. Confesó que le gusta actuar y que se siente cómodo en un set de filmación.”Mi compañera Karen me comenta que estaban buscando boxeadores por una publicación de Facebook que ella tenía. Mandé una foto y puse Ulises Nahuel Blanco, 1.81, disponible, aspecto tumbero”. Me llamaron a la semana directamente para filmar como boxeador, como para tirar manos en algunas escenas. No soy tímido. Fui un solo día, y me volvieron a llamar, entré como extra calificado. Participé del capítulo 4 al 8. Me gustó mucho, encontré otra pasión.  ¡Pensar que hace 7 años estaba en el barrio, y mirá!”, y se ríe. También lo llamaron para una publicidad de Ford y para una película que transcurre en la Villa 21-24 que se llama “Libres”, que cuenta la historia de un pibe de radio, allí tiene texto. “Me gustaría, si de dá también ser actor” dijo entusiasmado.

***

Por último, Blanco desea mudarse en un futuro cercano, ir a otro barrio, “para que mi hermana tenga otro estilo de vida, que la quiero nombrar, porque ella siempre me lo pide, Priscila. También me gustaría hacer algo con el boxeo para los pibes del barrio. Es muy importante el deporte, como salud, se conocen amigos, se incorporan valores, como en los clubes de barrio”. Hacia el final de la charla, vuelve a su obsesión: “El boxeo me acercó a lugares que nunca había pensado llegar. Quiero seguir sumando experiencia, no tengo apuro. Quiero vivir de esto, salir campeón del mundo y pelear en el exterior”, concluyó.

PH: Nicolás Rosales.-


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