Pashuca resiste colectivamente

En breve entrevista, Teresa Soria, una de las fundadoras de la cooperativa ubicada en Varela 1.061, nos cuenta cómo atravesaron la cuarentena del 2020 y qué cosas hicieron para salir adelante.

La Comuna 7: ¿Cómo impactó la pandemia en Cooperativa Pashuca?
Teresa Soria: Antes de la pandemia trabajábamos muy bien acá y teníamos un local en Av. Eva Perón destinado a eventos y producción. Cuando se inicio la pandemia se corto eso y estábamos bancando 2 locales sin la posibilidad de que venga la gente a consumir, se nos achicó la venta un montón, estuvimos cerrados cuando tuvimos casos sospechosos de Covid, y en ningún momento se despidió a nadie, siempre se conservó el trabajo, se le pagó a la gente, y después fuimos pagando las deudas de alquiler como pudimos. El local de Eva Perón y Culpina lo terminamos dando de baja porque se tenia que renovar y nos aumentaban un montón y además, no se estaba generando nada porque el rubro eventos seguía inactivo.

LC7: ¿Qué estrategias llevaron a cabo?
TS: Entonces, nos dedicamos a ponerle las pilas a este local. Teníamos un subsidio del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) que era para otra cosa pero se iba pasando el tiempo, se iba desvalorizando la plata y decidimos directamente invertir acá, y después ver cómo resolvíamos lo otro. Entonces, hicimos una serie de remodelaciones. Para poder traer una heladera muy grande del otro local que no entraba acá se agrandó media cocina tirando una pared para que esa heladera pudiera entrar, se hizo a nuevo la oficina arriba en un entrepiso, se hizo a nuevo la mesada de la cocina y se pudo poner mas estanterías que también estaba en el otro local para poder trabajar mas cómodos. Después se remodelo el salón corriendo una pared que era la que dividía el salón de la cocina, se corrió 3 metros más para agrandar el salón, se hizo una barra distinta, se compró mobiliario nuevo, sillas, todo con pintura y arreglo de las paredes a nuevo, con un entrepiso arriba de los baños para guardar elementos de reposición. Y mandamos a pintar un mural en una de las paredes del salón que lo hizo un artista amigo de la casa, Juan Villasante, artista y militante docente en el Bajo Flores, que grafica una de las actividades del 25 de mayo en la calle donde hacíamos el locro y la gente bailando en la calle.

LC7: ¿Cómo están hoy?
TS: Hoy estamos más tranquilos. Nos queda una deuda de alquiler de este local y una pequeña deuda de una cocina que habíamos comprado. Con lo demás nos hemos ido poniendo al día con los servicios y los compañeros todo el tiempo cobraron, ninguno tuvo que prescindir de ingresos porque es nuestro trabajo. Por suerte, muy poco tiempo tuvimos cerrados por el tema del temor contagio.

LC7: ¿Cómo adaptaron su trabajo a esta nueva situación?
TS: Siempre fuimos muy cuidadosos con el tema de los protocolos, así que no hubo casos de contagios internos. Dos personas que dieron positivo se contagiaron afuera y por precaución tuvimos que cerrar unos días en un momento pero después volvimos bien. Y apenas el Gobierno de la Ciudad autorizó abrir con distanciamiento, abrimos acá y estamos ahí remándola a la espera de volver a lo que teníamos antes con los eventos populares y la venta de salón en forma normal.

LC7: Al ser una empresa cooperativa, ¿esta condición crees que les dio alguna situación diferencial frente a la crisis de la pandemia y la cuarentena?
TS: Valoramos no haber caído en el pozo. Tiramos para adelante en vez de sentarnos a llorar y que nos vengan a solucionar los problemas, defender el trabajo de todos. Hay montones de lugares que cerraron. Siendo cooperativas pudimos bancarlo más creando nosotros el propio trabajo. Acá el formato no es el del patrón con 20 empleados que no les puede pagar. Acá depende de todos los que formamos Pashuca seguir adelante y bancar el trabajo. Y eso es un valor que tiene el ser cooperativas que otros formatos no lo contemplan.