Martes 17 de Septiembre del 2024

Buen viaje Miguel

El pasado jueves falleció Miguel Ángel Estrella, embajador de la música en el mundo y […]

Publicado el 8 abril, 2022 por Nicolás Rosales

El pasado jueves falleció Miguel Ángel Estrella, embajador de la música en el mundo y un incansable luchador por la paz y los derechos humanos. Fue vecino destacado del barrio de Flores y figura emblemática de nuestra cultura. Este medio lo entrevistó y fotografió en el 2019.

“El chango”, como le decían sus allegados, ex embajador de la UNESCO encontró su muerte en París a los 81 años. Lejos de su tierra pero trabajando de lo que amaba: como embajador de la cultura, de la música, y de los derechos humanos.

De familia muy humilde, siendo nieto de árabes, con un padre poeta y una madre campesina, siempre supo que iba a ser pianista así como cristiano y peronista, después de conocer de pibe a Evita. Con el tiempo, tras estudiar en Buenos Aires y perfeccionarse en Europa, Miguel Ángel tocó gratis para los peones del azúcar, los de la FOTIA.

Lo admiraron los kollas de Salta y sus vecinos de alrededor, sentados en la vereda se emocionaban al escucharlo. Se deslumbraron cientos de campesinos de los Valles Calchaquíes. Dio conciertos a beneficio para más de una villa de emergencia. Interpretó Chopin, Bach y Mozart en cárceles, hospitales y escuelas, sin abandonar en simultáneo sus actuaciones en las mejores salas del mundo.

En el 2019 este medio tuvo el honor de poder entrevistarlo gracias a la gestión del vecino Alfredo Dotta, quien luego de unos días hizo lo posible para facilitar este mágico encuentro con el pianista de la paz.

Miguel nos recibió con los brazos abiertos en su casa del Pasaje Renán. Reproducimos una parte de aquella entrevista y recordamos que cuando le entregamos un ejemplar de nuestra revista y al leer nuestro nombre se quedó pensando unos segundos, como volando a través del tiempo: “La Taba me hace acordar a mi infancia en Vinará, Santiago del Estero. En ese pueblo, una aldea quechua de donde era mi vieja. Los quechuas me marcaron con su sabiduría y forma de vivir. Mi abuela nos hacía rezar un rosario entero todos los días. Josefa Borges de Ávila vive mucho en mí, por las cosas que me enseñó, entre ellas la fe. Volvimos a Tucumán cuando empecé la escuela primaria y desde chico ya cantaba y bailaba. Un personaje que era muy de la familia por aquella época era Atahualpa Yupanqui, entonces cantaba todo lo de él, lo miraba cuando tocaba la guitarra y cantaba. Creo que él sembró en mí la música. Lía Valdez, cantante y pianista tucumana, fue quien me enseño a tocar el piano que habían comprado en casa para que toque le nene”.

También nos relató: “Música Esperanza (una de sus proyectos para llevar su música a los más humildes por todo el país) nació en una sala de tortura. Fui secuestrado en Montevideo el 15 de diciembre de 1977 y mis hijos me vieron cuando me llevaron. Me quería destruir como pianista, me aplicaron electricidad y lastimaron mis manos con saña. Yo quería vivir y pensaba muchos en mis hijos Paula y Javier. Estuve 18 meses secuestrado y fue una época de mierda esa. Tiempo antes en París, un pianista empresario francés me dijo: ‘Nunca había oído tocar a Beethoven así’. Una vez secuestrado, fue el quién empezó a difundir mi historia por el mundo y a crear un movimiento internacional para pedir mi liberación. Tardó poco en sacarme del infierno, movió cielo y tierra. Se produjo un movimiento mundial de músicos que me conocían y que empezaron a escribir notas en los diarios. No me olvido más lo que me dijo el militar que dirigía la tortura: “Vos sos peor que un montonero, porque con tu sonrisa y tu habilidad con la música le hacés creer a la negrada que pueden escuchar a Mozart’. Luego me asenté en París”.

Estrella recordó que con Marta (quien fue su esposa) eligieron la opción por los pobres y entendieron que los campesinos y campesinas también podían escuchar música clásica. “Ese era el camino que recorrimos y nos fue muy bien, porque la música es para todos y todas. Detrás de esto hay mucha fe, después de todo lo vivido empecé a tocar por la vida, la esperanza, la libertad y la paz”.

El músico dirigía actualmente la Casa Argentina en París, residencia dependiente del Ministerio de Educación situada en la Ciudad Universitaria parisina que recibe y brinda alojamiento a estudiantes argentinos que deseen continuar sus estudios en la capital francesa.

Fue nominado Caballero de la Legión de Honor en Francia y en 2013 el Senado argentino lo distinguió por su carrera y su defensa de los derechos humanos. En 2014 recibió el premio Danielle Mitterrand de la Fundación France Libertés.

En aquella entrevista, que aquí recordamos, Miguel Estrella nos despidió y dijo: “Chau chango, fue un gusto, nos vemos”, con el tono de la humildad que solo los más grandes artistas suelen ejercitar. Ese abrazo quedará grabado en nuestra memoria. Buen viaje Miguel.

Fotografía: Nicolás Rosales.-


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