Pablo Hildebrandt es uno de los creadores de “La casa del viento”, un lugar en […]
Publicado el 2 septiembre, 2022 por Gustavo Viera
Pablo Hildebrandt es uno de los creadores de “La casa del viento”, un lugar en Parque Chacabuco que se dedica a la enseñanza artística individual y grupal, para grandes y chicos. Conocé esta hermosa institución de nuestra Comuna N° 7, sita en la calle Picheuta 1411 timbre 2.
La Comuna 7: ¿Cómo nació el nombre La casa del Viento?
Pablo Hildebrandt: A veces la gente nos pregunta sobre el nombre de nuestro lugar. Surgió a través de un cuento que nos contó una amiga en Uruguay que hacía alusión al elemento viento, algo que no vemos salvo por lo que produce, por ejemplo, al mover los árboles. Nos capturó ese cuento que fue hermoso. Y la propuesta del taller es brindar actividades que le hagan bien a la comunidad desde el arte. Esto fue ampliándose con el tiempo. Comenzó con la música, pero este año que cumplimos 21 años en Parque Chacabuco, y ya somos mayores de edad, fuimos incorporando actividades de música, teatro para distintas edades, yoga. Y tenemos un espacio donde los alumnos de música y teatro pueden hacer pequeñas muestras, compartir con amigos y con familia el resultado del proceso que van recorriendo en el año.
LC7: ¿Quiénes conforman La casa del Viento?
PH: Los coordinadores de los talleres son Paula Vargas, mi socia con la que iniciamos este proyecto. Ella es profesora de piano y también participa en los ensambles grupales. Yo soy Pablo Hildebrandt, que soy profe de guitarra y bajo y también me sumo a los ensambles. Majo Colonna y Mariano Muso son profes de teatro; Pedro Lullo que es profe de violín; Virginia Vargas, a cargo de yoga. Valeria Bonardi es psicóloga infanto juvenil y titiretera, y nos asesora en cuestiones pedagógicas, además de atender desde el juego a algunos niños que lo precisen. Propuestas y dinámicas complementarias a nuestra experiencia de 30 años en la docencia.
LC7: ¿Qué actividades específicas llevan a cabo?
PH: Las principales actividades son clases de instrumento: guitarra, piano, bajo, batería. Y hace algunos años incorporamos los ensambles y talleres grupales que nos parece algo muy lindo donde, aparte del aprendizaje artístico, se da un compartir. Valoramos muchísimo la parte grupal. Y la verdad que en los últimos 10 años crecieron muchísimo esas actividades, los talleres de iniciación musical para niños y los de ensamble, los alumnos han tocado, tanto en el espacio que tenemos ahora, como también hemos hecho fechas en el Adán BuenosAyres, en el Parque Chacabuco, en Boedo, en el Auditorio del colegio Huergo, en San Telmo y en varios teatros y bares de Capital.
LC7: ¿A qué atribuís ese crecimiento de las actividades grupales?
PH: Siempre fue nuestro sueño desde el principio tener grupos. El taller arranco con clases individuales, pero nos llevó tiempo explicarle a la comunidad y que la comunidad nos entienda el tema de la grupalidad. Cuando comenzó a funcionar empezó con niños y funcionó muy bien, y después de unos años los mismos papás de los chicos que venían nos preguntaban cuando la opción para adultos. Y ahí nuestro desafío fue: ¿vamos a poder poner a jugar a adultos con la música? La verdad que arrancamos con un poco de timidez junto a Paula, mi socia, y el profe de batería. Y fue un exitazo. En adultos, quizás algunos quieren estudiar instrumentos, pero otros les es un camino muy solitario y falta motivación, y la motivación de juntarse a construir algo con otro les generó como un estímulo de tener ganas de ir a la clase, de practicar, de estar entusiasmado, de proponer repertorio. Entonces, el punto social de juntarse a hacer con otro es mucho más motivador. Gente que se dedica a otra cosa, que tiene su trabajo, y este es un espacio recreativo de juntarse con otro desde el arte, que no sea hablar de la política o de sus trabajos, poder sacarse la mochila y que la reunión sea desde algo creativo.
LC7: ¿Cuáles son sus proyectos para los próximos años?
PH: Nuestra proyección a futuro es continuar con las actividades que venimos realizando y sumar actividades que brinden valor a la comunidad desde lo recreativo, desde lo artístico, desde el encuentro comunitario. Cuando cumplimos 15 años hicimos una fiesta en la calle que estuvo muy linda. El año pasado quisimos repetirla y la meteorología nos impidió, pero nos gustaría hacer más actividades en la calle para que se visibilice lo que hacemos y hacer participar al barrio, compartir música y arte, y sobre todo que los alumnos puedan mostrar lo que van elaborando durante el año. Ahí también nos gustaría crecer.
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