Los repartidores de aplicaciones son actores imprescindibles en esta nueva normalidad para lograr que funcione […]
Publicado el 12 agosto, 2020 por Juan Bertrán
Los repartidores de aplicaciones son actores imprescindibles en esta nueva normalidad para lograr que funcione la cuarentena. A diario, recorren las calles de la Comuna Nº 7 y realizan su tarea entre la precarización laboral de las empresas y la oportunidad de obtener ingresos en un momento de crisis en el mundo laboral.
Por la avenida Rivadavia circulando, concentrados en Plaza Flores esperando que se les asigne un pedido o repartidos en diferentes esquinas de la Comuna Nº 7 se los puede ver con cajas amarillas, naranjas, rojas o verdes. Los repartidores que trabajan para diferentes aplicaciones son actores habituales en la Ciudad y, en el contexto de la cuarentena, su actividad adquirió el rango de esencial para facilitar el aislamiento social y preventivo. Si bien es una oportunidad de empleo de fácil acceso, también las condiciones de trabajo son precarias y se asumen muchos riesgos. Conocé algunas de las experiencias que recorren Flores y Parque Chacabuco.
“Trabajo en Rappi pero hay muchos que trabajan en dos aplicaciones, desde el año pasado. Era mucho más tranquilo en el sentido de la cantidad de repartidores que había de diferentes empresas. Ahora cuando empezó la cuarentena, empezaron a haber más repartidores, otro tipo de sistema de puntos para lo que son los repartidores y como que a los de más antigüedad no les dan tanta importancia o a los que tienen bici no se les dan tantos viajes como a los que tienen moto”, se lamenta Julián, vecino de Flores al ser consultado: “Antes no había tanta gente como había ahora. En este tiempo conocí a muchas personas que dejaron sus laburos para trabajar de esto con varias aplicaciones”.
Una de las cuestiones que siempre genera críticas a las empresas, es el hecho de que no se hacen cargo de la salud de sus empleados, ni establecieron protocolos claros para el trabajo. “Nosotros tenemos que usar alcohol, barbijo, dejar las cosas en la puerta en lo posible. A la aplicación no le importan mucho los repartidores aunque te quieran hacer parecer que sí. Lo que a las empresas les importa es vender y no tienen mucho protocolo en el tema de distanciamiento”, señala Julián.
Por su parte, Javier nos cuenta que es peluquero canino, pero que “hace un año que estoy con esto. Me gusta andar en bici y me metí con esto para generar un ingreso más”. Él señala que durante la cuarentena la demanda “aumentó y bajó. Subió el primer mes cuando empezó la cuarentena. El tema es que la gente que no tenía laburo se empezó a meter en eso. Trabajo siempre hay pero hay muchos chicos de diferentes empresas”.
Durante la cuarentena, se calcula que aumentó un 400% el uso de aplicaciones de delivery, sin embargo, las protecciones a los trabajadores y usuarios de las aplicaciones fueron un tema de desconfianza y crítica permanente. “Ellos te daban barbijos, te dan alcohol en gel pero yo me compré por mi cuenta. El barbijo se usa sólo para entregar la mercadería porque andando en bici te ahogás. No podés respirar. El protocolo es eso, te piden no tener contacto con el cliente, ponerte alcohol en gel para entregar y nada más”, explica Javier sobre los cuidados sanitarios.
Los repartidores no cuentan con ART, ni obra social por lo que ante cualquier problema de salud deben ocuparse por su cuenta, aunque algunas empresas (Glovo y UberEats) dicen haber otorgado asistencia financiera a contagiados por los 14 días en que no pudieron trabajar. “Los pagos son cada 15 días. Para trabajar en los delivery tenés que ir subiendo en el ranking. Cuando entrás sabés como son las reglas. Cuando empezó fuerte la pandemia, estaba 8 o 10 horas arriba de la bici porque había mucho laburo. Ahora bajó un montón y hay muchos robos”.
A pesar del costado negativo del trabajo en esta situación y de los riesgos que se asumen, el trabajo de repartidor es valorado porque “el tema es que conseguir laburo cuesta y esto te da facilidad de conseguir laburo enseguida. Te dan hasta la opción de trabajar caminando. Cuando termine la cuarentena voy a seguir porque puedo manejar mi otro trabajo y esto a la vez”.
Otro de los puntos que se critica de las empresas de reparto es el hecho de que la relación de trabajo es encubierta a través de la inscripción de los empleados en el monotributo, lo cual conlleva más gastos para los trabajadores. Nicolás tiene 47 años y señala que “al ser monotributista tengo que facturar todos los meses. Me pagan el viaje pero tengo que facturar incluso sobre la propina”, por lo que las aplicaciones declaran pagar más en salarios de lo que realmente abonan.
“Con la pandemia en marzo, estuve los 20 primeros días en casa porque no quería salir. Después empecé a salir y fueron 20 días en donde la aplicación te tiraba pedidos para todos lados. Era una barbaridad lo que se trabajaba. Después aflojó un poco porque las aplicaciones empezaron a tomar más gente. Todos tienen la necesidad de trabajar ahora”, cuenta Nicolás de su experiencia durante la cuarentena y afirma: “La plata se hace, se trabaja. Hay que estar 8 o 10 horas. Es un sacrificio. Para mí la verdad no es fácil estar diez horas pedaleando”.
Por último, el repartidor comenta que en la aplicación para la que trabaja “alcohol en gel nunca dieron. Me llevo un spray con alcohol y agua. Si bien la aplicación te dice que el cliente quiere que subas las escaleras y le dejes el pedido en la puerta del departamento, sinceramente, eso no se hace porque en los departamentos no te abren la puerta por cuestiones de seguridad” y agrega que “al final, esto se trata de rezar para que nunca pase nada, porque la verdad es eso. Estamos expuestos a todo en este trabajo”, una frase que resume de lo que se trata el trabajo y la necesidad que existe para seguir haciéndolo a pesar de todas las contras.
Ley y polémica
La legislatura porteña sancionó a mediados de julio una ley que regula la actividad de los trabajadores de reparto a partir de una modificación del Código de Tránsito y Transporte. La misma establece que para obtener la habilitación de trabajo en la Ciudad deberán inscribirse en AFIP, en el “Registro Único de Transporte de Mensajería Urbana y Reparto a Domicilio de Sustancias Alimenticias”, no cargar con multas de tránsito y realizar cursos de capacitación, lo que implica mayores gastos para los repartidores para comenzar a trabajar, ya que esto no será abonado por las empresas. Al mismo tiempo, esta ley profundiza el encubrimiento de la relación laboral de dependencia que existe entre los repartidores y las aplicaciones.
Micaela Sosa, referente de la Agrupación de Trabajadores de Reparto (Agrupación ATR), declaró que “la ley lo que está haciendo es darle un marco legal a las aplicaciones para seguir profundizando el desconocimiento de la relación laboral encubierta a través del monotributo. La ley da una cantidad de responsabilidades y obligaciones y multas a los trabajadores de reparto y no se ocupa de ver los derechos que les faltan a los trabajadores. Las jornadas laborales de trabajo son extensísimas. Si tenés que trabajar hasta 16 horas por día para poder llevarte una plata que signifique algo para tu familia, no estás tan libre de elegir cuando trabajás y cuando no”.
A su vez, remarcó que “lo peor es que si te enfermás, nadie te banca la licencia por enfermedad; si no entregás, no comés. Por ende no somos colaboradores, somos trabajadores de reparto. Si le ponés más gastos y más responsabilidades a los trabajadores de reparto, atacás a sus ingresos, si atacás a sus ingresos van a tener que trabajar más horas. Lo que hace la ley es exponernos a mayores muertes. Lo que se debería revisar es la cantidad de horas de trabajo para llegar a un pago digno y que las empresas se hagan cargo de la obra social, de la ART, del seguro de vida”.
Fotografía: Télam.
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