El Dr. Mario Lozano, Decano de la Universidad de Quilmes e Investigador del Conicet, responde en […]
Publicado el 21 noviembre, 2014 por Fernando Zuker
El Dr. Mario Lozano, Decano de la Universidad de Quilmes e Investigador del Conicet, responde en esta entrevista de INFORMA CONICET consultas acerca de la propagación del virus del Ébola. Una buena entrada al tema que despeja dudas e interrogantes sobre este fenómeno sanitario.
¿Cómo se originó el brote viral del Ébola que afecta a África Occidental actualmente?
No se conoce con exactitud cómo se originan los brotes de la enfermedad. Estos virus, que producen enfermedades que denominamos emergentes o re-emergentes, provocan una enfermedad después de su transmisión desde una especie animal, que funciona como reservorio, hacia el ser humano. En este caso, se sospecha que el reservorio del virus del Ébola es una especie de murciélago, el pequeño murciélago frugívoro acollarado (Myonycteris torquata).
Antes de este brote, no existía ninguna epidemia humana producida por el virus del Ébola en África Occidental. Sin embargo, a mediados de la década de 1990 hubo dos brotes de la enfermedad del Ébola en chimpancés en el Parque Nacional de Taï en Costa de Marfil. En ese momento, una investigadora que realizó la autopsia de los animales se infectó, pero no tuvo consecuencias sobre su salud y la enfermedad no se propagó.
La cepa de virus Ébola identificada, denominada cepa Taï Forest fue considerada poco virulenta para los humanos. Existen otras tres cepas africanas del virus, todas mucho más virulentas, como las cepas Zaire, Sudán y Bundibugyo, y hasta ahora, sólo habían sido detectadas en África central. Una quinta cepa del virus del Ébola, denominada Reston, tiene su origen en Filipinas. En este contexto, cuando las personas llegaron a los hospitales de Guinea, con un cuadro clínico de fiebre, dolor muscular, vómito, y diarrea, los médicos pensaron en enfermedades endémicas en la región, como la fiebre de Lassa o la fiebre amarilla. El sistema de salud, no identificó el problema, permitiendo que el virus se disperse durante meses y alcance centros urbanos con mucha población.
En cualquier epidemia, resulta importante definir el primer caso humano que comienza la transmisión del patógeno es el caso índice o paciente cero. La epidemia comenzó con un niño de 2 años, quien presentaba fiebre, heces de color negro y vómitos, falleciendo el 6 de diciembre de 2013, cuatro días después de mostrar los síntomas. Posteriormente, se infectaron la madre, una hermanita y la abuela, quienes fallecieron por la enfermedad en la aldea de la familia.
En algunas de las aldeas de África occidental, la gente acostumbra a tocar a los muertos en los funerales. Aparentemente, algunos parientes se contagiaron durante el funeral de la abuela y dispersaron la enfermedad entre las aldeas vecinas. En marzo de 2014 se confirmó que la enfermedad, había llegado a varias ciudades guineanas y después de marzo, el virus del Ébola cruzó la frontera de Guinea, afectando a Liberia y luego a Sierra Leona.
¿El virus tiene origen animal?
Los investigadores no están seguros de qué animal es el reservorio viral, pero los murciélagos de la fruta son sus principales sospechosos. En las selvas tropicales de África central, varias especies de murciélagos han mostrado evidencia de infección por el virus del Ébola sin enfermarse. El Pequeño murciélago frugívoro acollarado, Myonycteris torquata, transporta virus del Ébola y tiene un rango de población que se extiende desde África central hasta Guinea.
También encontraron que el brote actual fue provocado por al menos dos virus distintos, introducidos desde Guinea más o menos al mismo tiempo. En definitiva, el estudio concluye que resulta esencial hacer un seguimiento continuo de los cambios en el genoma del virus ya que se podría afectar la precisión de los ensayos de diagnóstico o afectar el desarrollo de vacunas y tratamientos.
¿Cuáles son las estrategias para controlar el virus?
La enfermedad se produce por contacto directo y estrecho con tejidos o secreciones de animales infectados, o con los fluidos o secreciones de un individuo enfermo. Se supone que existe un ciclo del virus en la naturaleza que tiene a los murciélagos como centro.
Las condiciones sanitarias, culturales y sociales de la región hacen que la epidemia se propague entre seres humanos con relativa facilidad, a pesar de que el virus del Ébola no puede transmitirse entre personas de forma sencilla.
Para controlar la diseminación de la enfermedad, es necesario cortar el círculo de transmisión aumentando la concientización en las comunidades para modificar hábitos, en particular la cercanía con los fallecidos durante los funerales. Además, será necesario superar la estigmatización de las familias afectadas, ya que muchos pacientes se esconden dificultando las tareas de los profesionales de la salud.
De todo lo que dijimos antes se deduce que el virus no es nuevo en la naturaleza, siempre estuvo en la selva y seguirá estando allí. Los virus que infectan a los humanos o a otras especies animales que no son sus reservorios, terminan desapareciendo, ya sea porque matan al portador ( como son parásitos no pueden vivir sin él) o porque el portador los elimina.
Según la OMS la tasa de letalidad de la enfermedad causada por el virus del Ébola puede llegar hasta el 90 por ciento ¿por qué el virus es tan agresivo?
Los virus, en general, son tanto o más antiguos que las células en la Tierra y han evolucionado junto con ellas desde un principio de la historia biológica. En el marco de un vínculo tan antiguo, podemos establecer diferentes tipos de relaciones entre los organismos celulares y los virus, conectadas a su vez con diferentes tipos de estrategias evolutivas. En este sentido, las relaciones pueden diferenciarse en ancestrales o circunstanciales. Un organismo celular y un virus poseen una relación ancestral. En una relación ancestral, todas las nuevas infecciones que sufren organismos no infectados de una determinada especie, provienen de otros organismos infectados de la misma especie.
Por el contrario, cuando los ancestros del virus y del huésped no estaban relacionados es una relación circunstancial. Una relación de este tipo requiere que en algún momento, se haya producido un salto de especie que puso en contacto al virus con el nuevo portador.
Los virus son parásitos obligatorios, no pueden vivir fuera del organismo que infectan.
Por lo mismo, su estrategia evolutiva suele acrecentar el tiempo en el que se mantienen dentro de un determinado portador para lograr maximizar las posibilidades de pasar a un portador nuevo. Además, el portador suele defenderse dramáticamente. Nosotros por ejemplo, usamos nuestro sistema inmune para intentar destruir a los patógenos. Por lo mismo, los virus también deben elaborar estrategias para escapar de las defensas del huésped.
El desarrollo de estas estrategias, requiere de una adaptación del virus y del portador de largo plazo.
Por ello, en general los virus que se transmiten por relaciones ancestrales producen una afección leve o nula en su huésped. Por el contrario, los virus que poseen una relación circunstancial con su portador, como no han tenido tiempo para adaptarse, pueden generar enfermedades graves y agudas.
En el caso de los virus del Ébola, parece claro que tienen una relación ancestral con los murciélagos y una relación circunstancial con otras especies animales, entre ellas los humanos. Cuando el virus del Ébola ingresa a un ser humano, afecta varios órganos, entre ellos los riñones y el hígado, pero fundamentalmente ataca a las células que recubren y mantienen funcionando a los vasos sanguíneos. El mal funcionamiento de los mismos es lo que provoca las hemorragias, que son la principal causa de las muertes.
¿Por qué aún no hay fármacos ni vacunas para el virus del Ébola?
Los desarrollos de vacunas o tratamientos para estas enfermedades, que suelen denominarse “enfermedades olvidadas” o “descuidadas”, no son económicamente viables para las farmacéuticas. Son los estados los únicos que podrán sustentar estos desarrollos, y los ciudadanos quienes deberían adquirir una conciencia de la importancia que tienen en la salud pública.
Se está probando un tratamiento a base del plasma extraído de pacientes que sobrevivieron a la enfermedad del Ébola. Este tratamiento es el mismo que se usa hace bastante tiempo en nuestro país para tratar la fiebre hemorrágica Argentina (o mal de los rastrojos), una enfermedad también hemorrágica provocada por el virus Junín.
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