Viernes 27 de Diciembre del 2024

“El tango se empezó a cuestionar y a cambiar todo”

Edgardo Fernández Sesma es un reconocido bailarín de tango que forma parte de la Sociedad […]

Publicado el 29 mayo, 2021 por Juan Bertrán

Edgardo Fernández Sesma es un reconocido bailarín de tango que forma parte de la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina (SIGLA), institución de Parque Chacabuco de la que es fundador. Charlamos sobre el tango queer, la discriminación y la lucha por el reconocimiento dentro del mundo de la milonga.

La Comuna 7: ¿Cuándo empezó tu gusto por el tango?

Edgardo Fernández Sesma: A mí el tango canción y el baile me gustó desde siempre porque mi mamá y mi papá, allá en casa en Tucumán, escuchaban tango y siempre me crié con eso. Después, con el correr del tiempo, me siguió gustando pero yo ya era activista desde hacía muchos años y no me parecía someterme a propuestas heteronormativas para ir a aprender a bailar. Cuando a fines de los ´90 me entero que había un espacio en San Telmo donde podía bailar el tango libremente, ahí se me despertó el interés por tomar clases y aprender a bailar. Por eso digo que empecé con el tango en un lugar de libertad. En ese momento empezaron a abrir las milongas queer y algunas milongas libres que promovían otra manera de ver el tango, de bailar, de vivir, de intercambiar y en esos lugares fue como encontrar lo que siempre buscábamos en relación de la sociabilización en la danza.

LC7: ¿De qué se trata el tango queer?

EFS: El tango queer empezó hace 25 años en Buenos Aires y hoy es un movimiento con espacios, milongas y lugares de clases, que está en unos 35 países en las ciudades más grandes. Nosotros tomamos el tango queer para realizar activismo y campañas solidarias. Antes, el tango queer era algo imposible en Buenos Aires. Hoy las libertades en el tango son muchos mayores que entonces. En ese momento las parejas del mismo sexo no podían bailar en ningún lugar, por eso nacieron estos espacios para dar la posibilidad de baile a las parejas del mismo sexo. También, se integran parejas que no son del mismo sexo porque tienen la posibilidad de aprender los dos roles y bailar intercambiando roles y, paralelamente, nace un nuevo lenguaje a fines de los años ´90, en la manera de aprender y de enseñar el tango que hasta entonces no existía. Es un lenguaje que carece de machismo y es igualitario en la relación de las parejas. Cambia, desde entonces, la manera de nombrarnos. Ya no hay más un hombre, una mujer, sino que se habla de roles, de conductores, de conducides, y ya no se habla más de órdenes, de que la mujer obedece, que unos dirigen, sino que se habla de propuestas, respuestas y contrapropuestas, cambió toda la dinámica.

LC7: ¿Cuál es tu relación con SIGLA?

EFS: En realidad, la historia con SIGLA empezó hace 24 años. En 1992 fui uno de los fundadores pero nunca estuve en las comisiones directivas. Siempre me dediqué a la tarea del activismo. Luego, empiezo a dar clases de tango y abrimos un espacio en SIGLA que se transformó en un espacio social, un espacio de contención y un espacio de difusión de las campañas solidarias que hacemos, desde hace diez años. Desde SIGLA salen las campañas solidarias, eventos benéficos, exhibiciones, que llevamos a donde creemos que es necesario visibilizar la manera de bailar libremente el tango. SIGLA es un espacio es solidario, integrador, inclusivo y diverso. A las clases van diferentes tipos de personas de diferentes barrios y lugares con diferentes inquietudes, algunos con el tango como pretexto para socializar. Todas las personas son bien recibidas allí. Paralelamente, hacemos desde hace varios años un encuentro mensual de personas mayores y amigues que consiste en un domingo de comida y baile toda la tarde con gente mayor que viene de distintas ciudades. Hacemos estos encuentros porque hay mucha gente mayor que está sola y que necesita, a través del tango y otros ritmos, el reparto de afecto. Hacemos estas reuniones para que sirvan de contención y de un espacio de alegría para las personas mayores.

LC7: ¿Sentís que hubo un avance en la inclusión en el mundo del tango?

EFS: Comparando con 25 años atrás, por supuesto que hubo una apertura enorme. Tuvo que ver con la apertura que hubo en la sociedad, con los cambios sociales, los cambios políticos. Pero eso no llega de la misma manera a todos los lugares, a todos los espacios y a toda la gente. Por eso hay minorías que antes eran una mayoría que resisten este tipo de cosas. Antes, a las parejas y a los matrimonios del mismo sexo los echaban cuando querían bailar en algunas milongas tradicionales. Eso ya no ocurre ahora, pero no porque de repente la gente del tango tradicional haya cambiado su cabeza y haya decidido que todo es mejor, sino porque hay una ley que los castiga. En las milongas que nosotros llamamos libres y en las milongas queer nadie te mira, es todo muy relajado. Así que pienso que todo seguirá mejorando. En el tango antes jamás se hablaba de la violencia que había hacia las mujeres o del lado de inferioridad que vivía la mujer dentro de las milongas o del grado de sometimiento al rol del hombre. Con los cambios que hubo en la sociedad se empezó a cuestionar y a cambiar todo en el tango. Creo que hay que seguir por ese camino para que todes nos podamos sentir comodes en todos los espacios sin necesidad de tener lugares especiales.

LC7: ¿Cómo atravesás la pandemia y qué proyectos tenés?

EFS: Es muy difícil. Nosotros tenemos una milonga en avenida Corrientes que va por su sexto año. Es una milonga inclusiva, queer y ahora está cerrada y doy clases en otros espacios en San Telmo, Parque Chacabuco, Chacarita, Villa Crespo, espacios que también están cerrados. Todo lo que he podido hacer durante el año transcurrió en clases por Zoom, en la venta de videos de clases y en la participación en distintos eventos internacionales que nos han invitado. En cuanto a las campañas solidarias, el año pasado hicimos de manera virtual un tango contra la transfobia y un tango contra el maltrato y el abandono de las personas mayores. Lo que nos dio este encierro fue la posibilidad de llegar a gente de 30 países, poder hacerlo en 22 lenguas y participaron unas 300 personas, pudimos difundir mucho más la campaña. Tengo la esperanza de que pronto podamos volver a los lugares de clases y a la milonga y que este año podamos hacer por 12º vez un tango contra la homofobia en el mundo, que el año pasado lo íbamos a hacer en el Centro Cultural Kirchner y se cerró por la pandemia.


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