El boxeador amateur del Bajo Flores con la pandemia pudo continuar con su entrenamiento personal […]
Publicado el 22 septiembre, 2020 por Nicolás Rosales
El boxeador amateur del Bajo Flores con la pandemia pudo continuar con su entrenamiento personal y sobreponerse a la dificultad económica. Actualmente ofrece servicios de mensajería, vende insumos de boxeo y puso su propio gimnasio en la planta baja de su casa. Quiere ser profesional y para ello sigue su sueño.
Nunca paró de entrenar. Cómo está de moda decir ahora, se reinventó, se las rebuscó para ganarse unos mangos. Porque las clases de boxeo que daba en los gimnasios se cortaron. Así fue que de a poco, y con mucho esfuerzo, armó un pequeño espacio para dar clases de boxeo a los pibes del Barrio Rivadavia y Bajo Flores.
Se entrenan al aire libre, manteniendo la distancia social. Además, entre otras cosas, Ulises hace mensajería y vende insumos de boxeo. Quisimos saber en qué andaba desde LC7.
Ulises es un tipo inquieto. Tiene mucha fuerza. Arriba y abajo del ring. El ring de la vida. Detrás de su barbijo negro y de cuero, se le nota una sonrisa. Y con su mirada trasmite entusiasmo. La pandemia le dio un golpe duro, pero no lo noqueó. Pudo levantarse agarrándose de las cuerdas, pidiendo ayuda, pensando. Imaginando, y creando. Ahora enfrenta un nuevo round. Con otros desafíos.
“El gimnasio donde daba clases, frenó sus actividades a partir de la pandemia, y prácticamente me quedé sin trabajo”, comenzó explicando Ulises Blanco. Sin embargo, se puso en acción: “Al principio empecé a ofrecer el servicio de mensajería con un amigo, y después sumé vender bolsas de boxeo. Conocí a una persona que las fabrica. Así fue que de poco mis alumnos (los que tenía en el gimnasio) empezaron a comprarme para hacer ejercicios en sus casas”.
Aquello que había comenzado fue tomando otro rumbo: “Cada tres bolsas que vendía, compraba una para mí. Fabriqué soportes, unas piezas de caucho para el piso. Y de a poco fui armando un pequeño gimnasio de boxeo. Estoy esperando que habiliten el espacio para el barrio. Vienen una banda de pibes a entrenarse. Los entreno al aire libre, y después adentro practican de a dos o tres con las bolsas manteniendo la distancia. Todos se despejan”.
Lucas, un muchacho que hace de ayudante, se sonríe también. El se viene desde Lanús a entrenarse y a darle una mano a Ulises: “Deben venir como unos cuarenta pibes al final, en distintos turnos”, agregó y siguió el relato: “Los pibes vienen a la mañana y la noche. El que puede me paga una cuota solidaria, y el que no puede viene igual. Me hago unos mangos más que nada con la venta de las bolsas de boxeo. Ahora agregué guantes y sogas para entrenarse”.
Ulises nunca abandonó sus exigentes rutinas de entrenamiento. Para este año proyectaba ser profesional, ya que se encontraba en su último tramo de su carrera como amateur. “A fin de año creía que iba a estar debutando profesionalmente. La pandemia tiró todo para atrás pero la meta sigue estando. Cambió mucho el entrenamiento. No me meto a un ring ya hace seis meses”, dice con tono melancólico.
Supuestamente el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires proyecta reabrir los gimnasios a partir del 29 de septiembre, algo que le trae esperanzas al boxeador, para volver a hacer una de las cosas que más lo apasiona.
“Cada vez que paso y veo la pared pintada de mi propio gimnasio me siento orgulloso, sobre todo que esté acá en medio de mi barrio. Esta es mi casa, que la fui adaptando. Pienso agrandarlo, tirar abajo una pared. Armar mi casa arriba, y que abajo sea todo gimnasio. Mi abuelo, un hombre grande y laburador, está re orgulloso, me lo dice. Y me dijo que el soñaba con ser boxeador. Mis abuelos fueron quienes levantaron esta casa. Quiero de acá un tiempo, armar un pequeño ring, y colgar algunas bolsas más afuera”, aseguró.
Por último dijo: “A mí me pone muy contento y me entusiasma la idea de saber que los pibes dejan la mala junta para venir a entrenarse. Incluso a algunos les digo que vengan más temprano y me ayuden a ordenar los guantes. Para ellos, eso ya es una tarea. Se sienten bien, útiles. A mí me identificó una frase que está pintada en el Almagro Boxing Club, uno de los gimnasios donde entrenaba y daba clases que dice: una hora más en el club, una hora menos en la calle. Es lo que intento llevar a cabo yo”.
“Le veo futuro a esto, como una cuna de campeones”, así se proyecta Ulises con su propio sueño, que a pesar del contexto adverso, pudo llevar a la práctica, con el “Bajo Flores Boxing Club”.
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