Miercoles 18 de Diciembre del 2024

El drama de vivir sin DNI

Ana Krichmar es productora audiovisual y vecina de Parque Chacabuco. Charlamos con ella a raíz […]

Publicado el 6 mayo, 2022 por Juan Bertrán

Ana Krichmar es productora audiovisual y vecina de Parque Chacabuco. Charlamos con ella a raíz del reciente estreno de “Fui Alan por un año”, un documental en el que ella trabajó y que cuenta las dificultades que pasan los adultos y adultas indocumentados en Argentina.

Estrenada a principios de abril en el cine Gaumont y con nuevas fechas de exhibición para mayo (entre el 6 y el 10 a las 19hs.), “Fui Alan por un año” (con dirección de Darío Arcella) es un documental que, a través de testimonios de jóvenes del conurbano y del sur de la ciudad, cuenta las dificultades que genera ser un indocumentado en Argentina y lo que implica la falta de reconocimiento del Estado.

La vecina de Parque Chacabuco, Ana Krichmar, fue productora de la misma. A su vez, la comunicadora social es parte del colectivo audiovisual Grupo Documenta (colectivo de artistas y profesionales del cine que entiende el arte como motor para cambiar la sociedad, para abrir mentes y despertar inquietudes).

La entrevistamos para conocer los detalles de esta propuesta que aborda las desigualdades y las injusticias que enfrentan estos verdaderos “NN” a los cuales se les hace imposible obtener un empleo legal bien remunerado, ser atendido en un hospital público o acceder al sistema educativo.

La Comuna 7: ¿Cuáles fueron las sensaciones con el estreno de la película en el cine Gaumont?

Ana Krichmar: Llegar a un estreno siempre es una emoción y una alegría muy grande porque son muchos años de trabajo que están atrás de cada película. Entonces, es el momento de poder intercambiar con el público, de compartir con los protagonistas de la película, quienes ven lo que provoca relatar sus historias frente al público. Son semanas intensas de trabajo, de coordinar las proyecciones y trabajar bastante en la difusión.

LC7: ¿Cómo surgió la idea de producir el documental?

AK: A diferencia de películas anteriores, ésta fue una propuesta que nos acercó el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (IADEPP) que trabaja con personas que no tienen DNI en la edad adulta y, por lo tanto, no tienen derecho a una identidad. Ellos nos confiaron la temática porque conocían nuestros trabajos anteriores y a nosotros nos interesó darle visibilidad al tema. Empezamos con la producción en el año 2017 y vimos que no había ni siquiera cifras certeras. Aproximadamente, había unas 600 mil personas sin DNI. Por suerte, con las modificaciones que hubo en las leyes y los operativos de documentación del Registro Nacional de las Personas y otras disposiciones del Ministerio del Interior, se fueron reduciendo. Pero sigue siendo una problemática que afecta, se estima, a aproximadamente 200 mil personas. Lo que nos conmovió fueron las historias de vida de estas personas que no tienen derecho a nada por no tener DNI. No pueden acceder a la salud, al trabajo, a la educación, no pueden tener un trabajo digno en blanco, no tienen derecho a ser personas. Son “NN”. Tienen un hijo y no lo pueden anotar a su nombre, es un calvario que no tiene límites. Me parece que es una temática que es necesario visibilizarla para mostrar esta ausencia del Estado y la necesidad de darle una solución.

LC7: ¿Cómo fue el proceso de selección de las historias?

AK: Si bien siempre hay un trabajo de investigación previo, las películas las terminamos de armar con lo que nos vamos encontrando en el camino. Son los casos los que te terminan orientando. Darío Arcella, el director, eligió hacer un retrato coral de personajes que mostraban las situaciones más representativas. Un abanico de edades, de diferentes situaciones familiares, de diferentes circunstancias, que todas confluían en lo mismo: llegar a una edad adulta atravesando ese drama de vivir sin DNI. Con esta película, tuvimos la satisfacción de ver que logramos visibilizar estas historias y que evolucionen esas situaciones. Hubo algunos y algunas que obtuvieron el DNI gracias a las gestiones que se hicieron para ponerlas en contacto con organismos del Estado que decidieron ocuparse. Cuando hicimos el preestreno de la película en el Centro Cultural Kirchner, vino el director del Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires y le entregó la partida de nacimiento a una de las protagonistas, algo que no esperábamos. Fue muy fuerte ese momento.

LC7: ¿Cómo es el vínculo con las personas que retratan?

AK: Quedamos en contacto, en la medida de lo posible, con los protagonistas de las diferentes películas. Lo nuestro no es una dinámica televisiva de salir a cubrir y arrancar un testimonio a las corridas, sino que se establece una relación con la persona que va a participar de la película. Es como una convivencia a lo largo de un tiempo. En general, mantenemos los vínculos. Por ejemplo, Darío (Arcella) había hecho un documental en el Albergue Warnes en 1991, retratando la situación del lugar. Él siguió en contacto con algunas familias que fueron relocalizadas en el barrio Carrillo y 25 años después, con esos contactos, volvimos a vincularnos con ellas para hacer una película en el barrio que se llamó “Los relocalizados”. Algunos de los chicos que participaron de esa película hoy son parte de nuestro equipo. Entonces, vamos tejiendo situaciones que hacen que sigamos vinculados con algunos protagonistas.

LC7: ¿Cómo colabora la Comuna N° 7 en lo que tiene que ver con “Fui Alan por un año”?

AK: El Área de Cultura de la Comuna N° 7 nos está apoyando en la difusión y en las acciones de estreno. Tenemos la idea de poder trabajar en conjunto para poder hacer proyecciones de la película dentro del territorio de la Comuna N° 7.

LC7: ¿Cómo sigue el recorrido del documental y qué otros proyectos tienen?

AK: Con “Fui Alan por un año” vamos a recorrer salas de la Provincia de Buenos Aires y del resto del país a través del circuito de Espacios INCAA. Además, vamos a buscar diferentes sitios de exhibición alternativos y siempre surge algún festival. Por otro lado, estamos trabajando en un ciclo de cine debate online que se llama “Venimos de la Tierra. Culturas en Contacto”, que es un ciclo de cine debate que es capacitación y formación para docentes en temática indígena. También, estamos trabajando en el desarrollo de otro largometraje que se va a llamar “La foto” y que trabaja sobre el montaje que se hizo y los diferentes protagonistas que participaron en la foto que fue sacada a las monjas francesas cuando estaban secuestradas en la ESMA, operativo que los militares realizaron para intentar culpar a Montoneros.

LC7: Sos vecina de Parque Chacabuco, ¿qué representa el barrio en tu vida y en tu trabajo?

AZ: Vivir en Parque Chacabuco me facilita tener un ámbito de trabajo muy ameno y muy tranquilo. Puedo trabajar desde mi casa en un contexto agradable. Llegó de casualidad, porque estábamos buscando un lugar para vivir que sea tranquilo, que todavía siga siendo barrio pero que tenga acceso y Parque Chacabuco nos resultó el lugar ideal para vivir, para criar a nuestros hijos. La cercanía del parque, del transporte público, que todavía se vive una vida de barrio con vecinos y vecinas que uno puede conocer y tener una relación. Eso nos gusta. Necesitamos que no se siga avanzando sobre los espacios verdes y construyendo torres.

LC7: Para terminar, ¿cómo ves el conflicto actual en el INCAA?

AZ: En2017, se aprobó una ley que básicamente le pone una fecha de vencimiento a los impuestos que son fondos específicos (propios de la actividad que salen de las entradas a los cines y teatros, de las emisiones en TV, un porcentaje de Loterías) que se destinan a sostener el cine, el teatro, la música, las bibliotecas populares, los medios comunitarios. Esos fondos dejarían de ser destinados a cultura este 31 de diciembre, lo cual es gravísimo. Veníamos alertando sobre esto a la gestión de Luis Puenzo (ex presidente del INCAA) y al ministro de Cultura Tristán Bauer, pero hubo una inacción muy grande. Así que llegamos al límite del conflicto y todos los sectores que componemos el trabajo audiovisual tuvimos que exigir la renuncia de Puenzo. Acá lo que necesitamos es un cambio de política. Tenemos que lograr que haya un manejo democrático del Instituto de Cine y que realmente se defiendan los fondos genuinos que financian la actividad. Primero se conformó el espacio “Unidxs por el cine” para dar esta batalla, y al darnos cuenta de que lo que peligraba no era sólo el Fondo de Fomento al Cine sino a prácticamente toda nuestra cultura nacional, se conformó el frente “Unidxs por la Cultura” desde el que organizamos entre otras acciones este 28 de abril un festival frente al Congreso para exigir a los legisladores el tratamiento de la ley. Gracias a estas acciones, hemos logrado que al fin sea tratado en la Comisión de Presupuesto de Diputados el 3 de mayo, un gran logro. La lucha nuestra continúa en defensa de lo que es nuestra soberanía cultural.


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