Josefina tiene 86 años y es vecina del barrio de las casas baratas -como se […]
Publicado el 5 noviembre, 2020 por Nicolás Rosales
Josefina tiene 86 años y es vecina del barrio de las casas baratas -como se le conoce-, el Bonorino, oficialmente. El árbol que vió crecer y que tanto cariño le tuvo, terminó siendo un problema. La historia.
Vive en el pasaje Robertson al 600 desde chiquita. Cuando tenía 8 años arribó junto a su familia. Se casó, tuvo hijos y su vida transcurrió y transcurre aquí. Después de muchos reclamos, e idas y vueltas, logró sacar el árbol de su vereda que le estaba causando más de un problema. Si bien esta es una parte de su historia, el árbol, su casa y el barrio significan mucho más en su vida.
“Empecé a reclamar. Por mi edad no puedo salir, y tengo dificultades para caminar. La vereda está rota. El árbol no sólo la levantó, sino que en dos oportunidades tuvimos que hacer arreglar baño y cocina, porque las raíces son enormes. Era necesario sacarlo. El pasillo de entrada está roto”, comenzó explicando en diálogo con LC7.
“Cuando lo sacaron, aunque parezca mentira lloré. Estaba tan agarrado que parecía no querer que lo sacaran. Un vecino que trabajaba en lo que antes se llamaba ‘Municipalidad’, les hacía agujeros muy profundos con un taladro que tenía una mecha de 50 centímetros de largo y les echaba ácido muriático. Después tapaba el agujero con un corcho. En muy pocos días el pobre árbol se secaba y lo mandaba a sacar. Hubo muchos vecinos que le pidieron que les hiciera lo mismo a mí árbol. Nunca lo dejé hacer eso”, dijo.
“Para sacarlo, se hizo cargo el Gobierno de la Ciudad. Presentamos muchas notas y fotos. Cada 15 días se ensuciaba y se caían las ramas al techo. Sacaron las raíces, bien de abajo. Quedó pendiente el arreglo de la vereda. Pasaron inspectores, pero solo quedó en eso”, nos contó a principios de octubre, después la historia cambiaría.
Carlos Paz, un activo y participativo vecino del barrio le empezó a dar una mano para acercarle una solución. Las autoridades habían tomado nota de un reclamo viejo, de más de un año. La ayuda de Carlos resultaría fundamental.
Habemus vereda nueva
Pasaron unos días y la buena noticia llegó. “¡En este momento están arreglando la vereda, milagro!”, así nos lo hacía saber Josefina. Lo que no supo la vecina es que Carlos había hecho un gran esfuerzo, acercándose personalmente al edificio de la Comuna N° 7 en la calle Rivadavia 7202, exponiendo y exigiendo una solución rápida.
Una novela con final feliz, gracias a la solidaridad y esfuerzo vecinal. Un valor destacable en los tiempos que corren.
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