El Instituto Recreativo Terapéutico Especial (IRTE) es un espacio para personas con discapacidad intelectual. Paula […]
Publicado el 6 agosto, 2021 por Juan Bertrán
El Instituto Recreativo Terapéutico Especial (IRTE) es un espacio para personas con discapacidad intelectual. Paula Zaurdo, directora de la institución sita en Bogot 2847 de Flores, nos cuenta sobre el trabajo de inclusión que realizan y cómo atravesaron este momento de la pandemia por la COVID-19.
La Comuna 7: ¿Qué trabajo realizan en IRTE?
Paula Zaurdo: Somos una institución para personas con discapacidad intelectual para adolescentes y adultos con o sin cuestiones psiquiátricas asociadas. Somos un centro de día y un espacio de capacitación laboral y funcionamos en dos turnos: a la mañana, que funciona específicamente el centro de día, cuya franja etaria está entre los 18 y los 60 años y hay 8 grupos. Tenemos distintos talleres de cocina, jardinería, marroquinería, encuadernación, diseño. El horario es de 8 a 15 y ellos desayunan, tienen talleres, almuerzan y a las 15 se van. El turno tarde es de 15 a 20.30 y ahí funcionan los talleres de capacitación laboral, por lo que la edad suele ser menor. Ahí tienen acceso a talleres para tener pasantías laborales y más capacitaciones. Además, tienen otro tipo de actividades, como relaciones humanas con los psicólogos, recepción laboral, terapia ocupacional, talleres pedagógicos, musicoterapia, natación, psicomotricidad. Son actividades especiales por fuera de los talleres ocupacionales.
LC7: ¿Cómo atravesaron este año de pandemia?
PZ: De los imponderables siempre hay que sacar cosas positivas. Nosotros iniciamos la actividad el ciclo lectivo en marzo y tuvimos dos semanas en donde presentamos los talleres. Entonces, ahí se produjo la situación de pandemia y empezamos a ver cómo dar las prestaciones. Tratamos de llevar lo presencial a lo virtual. Fuimos probando y desde el momento cero implementamos un grupo institucional de WhatsApp e hicimos videollamadas con los psicólogos y los responsables de cada taller. También, hicimos tutoriales con las actividades que teníamos que hacer y los pasábamos por el grupo. Además, les llevábamos a las casas los cuadernillos de la psicopedagoga para que en papel puedan hacer actividades y el servicio alimentario, con alimentos no perecederos, así no dejábamos colgados ni a quienes hacen el catering, ni a los transportistas. Así, la rueda de personas que trabajan con nosotros tampoco se caía. Fuimos creciendo en esta intervención más virtual y nos animamos al Zoom y al canal de YouTube. Literalmente, llevamos todo el horario que teníamos en la presencialidad a la virtualidad.
LC7: ¿Cómo fue la adaptación de los concurrentes a esa virtualidad?
PZ: Hay familias que no acceden a la virtualidad, pero la gran mayoría pudo aggiornarse. Los que no pudieron, hicimos el sostén por videollamada o por llamadas telefónicas. Lo que nosotros vemos como positivo es que las familias colaboraron muchísimo. Se armó como un paraguas tanto institucional como familiar. Empezaron a aparecer más interlocutores como los hermanos o los sobrinos, que ayudaron a que la persona no pierda el contacto. Las familias tuvieron un acompañamiento espectacular. Si bien fue un año particular de muchas emociones encontradas, las familias se sintieron muy acompañadas por nuestros médicos. Se pudo trabajar de otra manera pero satisfactoriamente. En cualquier situación de crisis, es traumático porque hay un movimiento y uno sale de una zona de confort. Pero si uno de alguna manera se suelen intentar mantener las cuestiones que nos arraigan a lo que es la salud y la familiaridad, no se siente tanto el cimbronazo. Me parece que pasó eso. Las familias se sintieron acompañadas. La virtualidad nos dio la posibilidad de que nos conozcan a través de una ventanita, de poder espiar que es lo que ellos hacían en la institución y cuáles eran sus profesores. Entonces, creo que se dio una cuestión muy positiva desde ese lugar.
LC7: ¿Qué proyectos tienen para lo que resta del año?
PZ: Cambió muchísimo la situación de la vacunación de las personas con discapacidad. Esto es algo que nosotros quisimos visibilizar bastante porque no estaba siendo visto como prioridad. Entonces, con esto de la vacunación, ya a partir de julio los profesores empezaron a concurrir y a hacer guardias. Ahora, a partir de agosto, vamos a hacer una bimodalidad, vamos a continuar con la plataforma virtual y paralelamente vamos a empezar a habilitar las burbujas para la presencialidad. Vamos a continuar con los proyectos que teníamos a nivel virtual y a abrir las aulas y las salas para poder trabajar como lo veníamos haciendo hasta el 2020. Lo más importante de esto es que las personas con discapacidad y las familias tuvieron una resiliencia enorme y una capacidad de adaptarse a la diversidad y a los imponderables. Aprendimos un montón de las familias porque se adaptan sanamente a cualquier situación. Es muy satisfactorio ver como ellos todos los días se conectaban con una sonrisa y te daban pilas para seguir.
LC7: Me hablaste de los concurrentes y de sus familias, ¿pero cómo atravesaron este tiempo los y las profesionales?
PZ: Creo que uno puede tener millones de títulos y especialidades pero lo más importante es tener sentido común, vocación y respeto por el otro. Me parece que el motor de que esto funcione realmente fue el hacerse piel de cada persona que trabaja en la institución. Cuando tenés vocación, no tenés techo y no tenés límite. La vocación es el motor fundamental para que cualquier planificación sea exitosa. El trabajo en equipo por supuesto es muy importante porque sin el trabajo en equipo nada se puede hacer. En ese sentido, es el trabajo de todo el organigrama institucional el que ayudó para que el proyecto funcione.
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