Con el deporte como medio, Alentando Ilusiones es una organización que contiene y acompaña el […]
Publicado el 1 octubre, 2020 por Juan Bertrán
Con el deporte como medio, Alentando Ilusiones es una organización que contiene y acompaña el desarrollo de los chicos, chicas, adolescentes y jóvenes del Barrio Ricciardelli y busca promover su bienestar.
Alentando Ilusiones es un proyecto que surgió en el año 2012 que busca fomentar los sueños de chicos y chicas y acompañarlos en la formación de su proyecto de vida, basándose en el establecimiento de vínculos sanos y la promoción del bienestar personal a través del deporte. Son 250 chicos y chicas los que participan de las actividades. El hockey fue el primer deporte y, además, cuentan con natación, fútbol, handball, rugby, básquet y tienen intenciones de seguir sumando deportes.
Este proyecto comenzó cuando Patricia Ortega y Sebastián Munita, una pareja que estaba desempleada, no podía afrontar los gastos de los deportes de sus hijos. Por lo que decidieron entrenar por su cuenta a su hija Camila, que con 11 años jugaba al hockey, en el Campito del Juan XXIII. “Decidimos seguir entrenando en el Campito para que no perdiera su rutina. Ella empezó a invitar a compañeras del colegio y fue creciendo el grupo. Se sumaron muchas chicas, así que empecé a pensar un club, a programar, a buscar amistosos”, cuenta Ortega.
El boca en boca llevó 50 chicas a entrenar durante el primer mes. Así, una situación temporal se convirtió en un proyecto deportivo y social a largo plazo. “Nos llamamos Alentando Ilusiones porque queremos alentar el sueño de cada chico. Puede ser en el deporte, en lo cultural, en lo que ellos quieran ser. Tratamos de hacer un trabajo social. Todo se comparte. Para nosotros no hay diferencias, todos los chicos son iguales”, explica Patricia.
En el mismo sentido, Sebastián expresa que “buscamos que entiendan que su destino lo crean ellas y ellos. En hockey arrancamos porque era el deporte que mi hija hacía pero al ir metiéndonos un poco más, vimos que el hockey tiene un montón de reglamentos y de valores que no son sólo para el juego, sino también para la vida. El respeto, el trabajo en equipo, la solidaridad, el esfuerzo, el sacrificio. Son valores que quizás se estaban perdiendo”.
El proyecto se sostiene a través de ventas de comida, rifas, sorteos y actividades por redes sociales. Con el paso del tiempo “los chicos del barrio fueron creciendo y están en el Profesorado de Educación Física. Nosotros motivábamos a los chicos a seguir una carrera y hoy son profes de los chicos del barrio”, remarca Patricia.
Por otro lado, Alentando Ilusiones realiza un trabajo social durante la pandemia, ya que armaron un comedor para dar merienda y cena a las familias del barrio, que reparte más de 150 porciones de comida. “Empezamos a notar la necesidad de un plato de comida en las casas. Entonces, nos surgió hacer una merienda, que era la que antes compartíamos todos juntos en el Campito. Ahora, se la llevan los padres para que al menos el club esté presente con la leche”.
Al mismo tiempo, para mantener motivados a los chicos y chicas en la parte deportiva, realizaron diferentes propuestas virtuales: charlas con profesionales, entrenamientos, videollamadas grupales y desafíos y juegos para hacer en familia. “Lo que hacemos en el barrio es por los pibes y pibas. Muchos conocieron acá lo que es ir a jugar a otro barrio, el respeto, el compartir. Acá ellos tienen una contención y se les transmite una cosa diferente a otros lugares. Para muchos es un cable a tierra”, sostiene Patricia.
Con los equipos de hockey y fútbol femenino armados y participando en distintas ligas, a futuro el objetivo es poder competir con otras actividades y seguir sumando deportes. Pero el sueño más grande es poder contar con su propio espacio. “Nuestro sueño y nuestra meta es tener nuestro propio espacio. Con los deportes más armados queremos poder federarlos, poder entrar en las ligas oficiales y seguir creciendo”, resalta Sebastián.
En la misma línea, Patricia refuerza: “Es tan importante tener un espacio porque ellos tienen un lugar en donde saben que si tienen un problema pueden encontrar a alguien ahí. Al no tener un lugar físico, al no tener todas las herramientas que necesitamos, algunos se nos pierden porque no podemos contenerlos con lo que realmente ellos necesitan”.
Fotografía: Nicolás Rosales.
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