Miercoles 24 de Abril del 2024

“Tratamos de dejar en la memoria lo que los italianos han hecho en este país”

El Museo del Inmigrante Italiano funciona en el Círculo Albidonés de Buenos Aires de Parque […]

Publicado el 26 febrero, 2018 por Juan Bertrán

El Museo del Inmigrante Italiano funciona en el Círculo Albidonés de Buenos Aires de Parque Chacabuco. José Nápoli, miembro del mismo, nos muestra lo que trajeron y las vivencias de sus antepasados que vinieron a nuestro país.

Sobre el tranquilo pasaje Provincias Unidas 353 en Parque Chacabuco se encuentra el Círculo Albidónés de Buenos Aires. Dentro del mismo, desde el año pasado empezó a funcionar el Museo del Inmigrante Italiano, el cual busca recuperar la memoria de las oleadas inmigratorias que vinieron al país desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo pasado. José Napoli, parte de la comunidad perteneciente al pueblo de Albidona, nos hizo de guía por la historia de la inmigración italiana, sus costumbres y su legado.

La Comuna 7 Noticias: ¿Cómo surge el museo?

José Nápoli: El museo pertenece a la sociedad de un pueblo de Calabria, el Círculo Albidonés de Buenos Aires, cuyo pueblo se llama Albidona. Nuestra idea fue armar el Museo del Inmigrante Italiano porque no hay un museo del inmigrante italiano específicamente. Sí, está el Museo de la Inmigración que está en el puerto pero es algo más general. Así que decidimos empezar con la primera sala del museo acá y después ir ampliándolo. Tenemos espacio en la terraza para ampliar a otras salas porque el material es bastante y, además, nosotros tenemos un archivo histórico. Esto se inauguró el año pasado, con la participación del cónsul. En 2016, aunque no había una inauguración oficial, ya empezamos a participar de la «Noche de los Museos» mostrando esta sala del primer piso y además en la planta baja hicimos diferentes actividades.

LC7: ¿Cuál es el objetivo del museo?

JN: Nosotros tratamos de dejar en la memoria lo que los italianos han hecho en este país. Entonces, dividimos la muestra de esta sala en lo que los italianos trajeron cuando vinieron para acá y lo que los italianos hicieron en este país, pero fundamentalmente el objetivo es mostrar esto último. Por eso ponemos un pequeño ejemplo de cada una de las ramas en donde los italianos aportaron algo.

LC7: ¿Cómo consiguieron el material?

JN: El material es fundamentalmente una donación mía de muchas cosas que fui juntando durante mi vida porque siempre me interesaron los museos. Además de ser médico, dirijo el Museo de Patología en la Facultad de Medicina hace muchos años, así que entiendo bien la problemática de los museos. A mí siempre me gustó esto de juntar materiales y mi suegro, que fue un cantante de la colectividad, como participaba en el consulado y en todas las sociedades desde su actividad artística, también había juntado mucho material. Después, hay otras cosas que son donaciones que nos han hecho y ahora, que el museo empezó a funcionar, la gente empieza a donar cada vez más cosas, referido siempre a la inmigración italiana, ya sea cosas que la gente trajo de allá, como documentos, o elementos de las actividades que los italianos han hecho acá desde todos los ángulos.

LC7: ¿Tienen el apoyo formal de alguna institución?

JN: Tenemos un apoyo institucional. El consulado italiano ve con beneplácito que haya un museo pero no tenemos ningún tipo de subsidios, sino que esto resulta nada más que del esfuerzo de la institución para poder mantenerse. Vienen los chicos de las escuelas y estamos tratando de que todos los colegios de la zona puedan venir para que los chicos aprendan. El objetivo del museo es siempre educativo, es decir, no es un rejunte de cosas para guardarlas. Uno debe ser custodio del material pero después éste tiene que tener una función educativa y ese es nuestro objetivo fundamental.

Mientras Nápoli responde nuestras preguntas comienza a hacernos un recorrido a través del museo. Empieza a mostrarnos aquello con lo que vinieron los inmigrantes: elementos de cocina como una raviolera, vasijas, jarras, cortadoras de pastas y ollas. Hay hasta braseros (“La gente venía con un baúl, dos baúles, todo su ajuar era eso pero se traían todo lo que podían. Aún un brasero de cobre, que acá en Buenos Aires tampoco se usaba pero la gente no sabía cómo era acá”, explica el guía) y distintos tipos de documentos. Por ejemplo, hay pasaportes que corresponden a las distintas épocas en que viajaron los italianos. La inmigración italiana tuvo tres períodos importantes: el primero, entre 1880 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial; el segundo, en el período de entreguerras; y el tercero, luego de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1956-57.

LC7: ¿Cómo era la llegada de los inmigrantes a Argentina?

JN: Los inmigrantes tenían que tener permisos para poder viajar. La mujer tenía que dar el permiso para que el marido pudiera venir y alguien lo tenía que recibir acá porque si bien la Argentina fue muy generosa en esto y estaba el Hotel de los Inmigrantes que recibía un tiempo a la gente que no tenía a nadie acá hasta que conseguían trabajo, si había alguien que los recibiera era mucho mejor porque la persona se aseguraba que iba a tener un trabajo. Habitualmente, venía primero el varón, conseguía un trabajo, trabajaba un tiempo hasta tener una posición. La mayor parte de la inmigración italiana fue de trabajos manuales y vivía principalmente entre los barrios de Congreso y Constitución en conventillos. Cuando conseguían tener un poco de dinero, los de Albidona principalmente, se compraban la casa por Parque Chacabuco que en ese momento era alejado del centro y era una zona baja (se ubicaron en la zona que se encuentra entre La Plata, Directorio, Cruz, Riestra y Cobo). Nosotros hace un tiempo pedimos el cambio del nombre de este pasaje al de Albidona, con el apoyo de la gente de la cuadra y del barrio, porque toda esta gente inmigrante vivía en estas calles y por eso nuestra trascendencia acá. Muchos paisanos empezaron a venir por acá. Para los de nuestro pueblo este barrio comenzó a llamarse “A Duglia”, porque en Italia así se llama a una zona alejada del centro del pueblo a donde se encuentra el lago Duglia.

Entre los registros de navegación, telégrafos, relojes de guerra, monedas italianas y mantas de luto, se pueden ver un grupo de figuritas que fueron realizadas por el gobierno de Benito Mussolini como forma de propaganda infantil sobre la colonización de los países del norte de África. También, uno puede encontrar unas trenzas reales que fueron conservadas por sus descendientes. “Los europeos usaban el pelo largo, no pelo corto como se usaba acá, entonces, después de un tiempo de estar acá tenían que adaptarse a la realidad del resto de las mujeres, por lo tanto se tenían que cortar el pelo. El pelo en Europa se destrenzaba cuando moría alguien, era un signo de luto destrenzarse el pelo. Para ellas era muy importante el pelo”, explica Nápoli.

LC7: ¿Cómo era la relación de los italianos y la religión?

JN: La mayoría eran católicos. Muchos de los cuadros de santos que tenemos acá fueron traídos de Italia. Cada pueblo tiene un santo protector. El nuestro es San Miguel. Este es nuestro santo que tiene una manta donde la gente dejaba sus exvotos como promesa. Por ejemplo, ahí en algún lugar está el anillo de mi padre porque cuando mi papá se fue a la guerra durante tres años, mi madre no sabía si estaba vivo o muerto porque no se podía comunicar, por lo tanto ella regaló su anillo de casamiento. Este santo tiene oro desde la época del Renacimiento hasta ahora.

El recorrido continúa con lo que los italianos realizaron en nuestro país: fotografía, música, artes plásticas (como el reconocido escultor Antonio Pujía) y oficios como el de albañil, zapatero, plomero, gasista. También fueron oficinistas, barberos, sastres o trabajaron en el campo. Además, hay un espacio que reconoce el aporte de los italianos a la ciencia y a la técnica donde se destacan los nombres del botánico Carlos Spegazzini, del médico y escritor José Ingenieros y del ingeniero César Cipoletti. También, allí se ubica la médica Julieta Lanteri, una de las primeras feministas y la primera mujer en votar en Sudamérica.

LC7: ¿Cuál era el valor que los italianos le daban a la educación?

JN: Un poco el objetivo de los italianos era que los hijos estudiaran. El estudio servía como forma de progreso. Si los italianos que venían eran trabajadores manuales, los hijos tenían que ser profesionales. Este país es muy generoso y permite una educación gratuita, por lo que casi todos estudiaron o tuvieron oficios y progresaron en la vida que era su objetivo.

LC7: ¿Cuál es la importancia de un lugar como éste?

JN: Cuesta muchas veces mantener estas sociedades porque los italianos se han integrado totalmente a la sociedad argentina y al integrarse fácilmente al país, la mantención de las culturas  originarias de donde vinieron sus antepasados se hace más difícil. Pero nosotros estamos muy entusiasmados con esto porque un poco es mantener la historia. No olvidarse de los orígenes siempre es bueno porque culturalmente enriquece. Acá hemos enseñado a bailar la tarantela, a hacer comida italiana, hemos hecho escuchar la música italiana. Además, tenemos distintas actividades como entrevistas con diferentes inmigrantes que cuentan su historia, el por qué vinieron acá, hay clases de organetto, hay una reunión de las familias y participamos de los Buenos Aires Celebra.

Para concertar visitas al museo comunicarse a: jnapoli@intramed.net.


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