Hasta el 6 de agosto se puede visitar la muestra “Chal-la: Ahora, en este instante” […]
Publicado el 6 julio, 2021 por Juan Bertrán
Hasta el 6 de agosto se puede visitar la muestra “Chal-la: Ahora, en este instante” de la artista de Flores, Kim YunShin, en el Centro Cultural Coreano. Una exhibición que juega con la biografía de la pintora y escultora, a la vez que lleva a la reflexión sobre lo universal de la condición humana: la necesidad de crear y de constantemente empezar de nuevo.
¿Qué pueden tener en común la tensa situación política en Corea durante las décadas del ´30 y el ´40, el regreso de la democracia a la Argentina en 1983 y el ahora, el instante, el momento que atravesamos? Kim YunShin es la respuesta. La talentosa pintora y escultora coreana, que vive en Flores, cuenta su historia de vida y reflexiona sobre el presente que atravesamos en “Chal-la: Ahora, en este instante”, una muestra que se puede visitar con reserva hasta el 6 de agosto en el Centro Cultural Coreano (Maipú 972) y que cuenta con tres simples espacios llenos de complejidad.
Puertas que se abren y cierra, cuadros que se cuelgan y descuelgan, un salón con su piso de madera y sus paredes blancas que muestran el vacío. YunShin sonríe mientras dirige y señala para un lado y para el otro, con una tranquila música oriental que acompaña sus movimientos. Así comienza el video curatorial que presentó la muestra, estrenado el 23 de junio en una transmisión en vivo por el canal de YouTube del centro cultural.
“El año pasado todo se detuvo. No había comunicación y todo se desconectó”, cuenta la artista en la entrevista hecha para el video mientras la cámara recorre la sala. “De mis 80 años, era la primera vez que pasaba por una situación así. Con toda esta situación, me preguntaba con qué podía trabajar”. Su inquietud la llevó a su infancia. YunShin nació en 1935 en la ciudad de Wonsan, actualmente parte de Corea del Norte, durante la ocupación japonesa. Pero luego su familia escapó hacia el sur después de la división en 1945.
Cielo. Bloques de madera de colores vivos, lisos, con manchas y rayados, encastran de diferentes maneras y se encuentran plantados en el espacio, rodeados por pinturas abstractas con tonalidades oscuras azules y verdes. “Las estrellas” es el nombre de la primera sala donde la vida en el campo, la inmensidad del cielo y la imponente presencia de los árboles construyen un espacio luminoso que busca transmitir la paz de la noche campesina oriental.
“En la noche, al estar en el medio del campo, sentía que el cielo lleno de estrellas estaba muy cerca. Me parecía que se podía alcanzar una estrella con sólo extender la mano. Esos recuerdos volvieron a mí con mucha claridad, llenándome de nostalgia”. La primera sala es un paseo por las caminatas que YunShin realizaba desde muy pequeña en su país natal, donde soñaba con encontrar un lugar en el cielo o perderse entre los árboles de Wosan.
Troncos partidos de madera local, con líneas y cortes asimétricos, grandes y pequeños, hechos con mucha prolijidad. Diferentes texturas y huellas se marcan en esa madera (el material preferido de la escultora) y de fondo pinturas muy alegres y coloridas, llenas de fuerza, empuje y una armonía atrapante. Un espacio con la espontaneidad y la mezcla que permite la libertad, palabra clave en este período de la vida de la artista.
“El jardín del cielo” se denomina esta sala por dos razones: “El gobierno respetaba mucho a la gente. Ahí me di cuenta de que este era un país paradisíaco con un territorio inmenso y con mucha prosperidad. Sentía que estaba dentro de un paraíso”, declara YunShin y agrega: “En Corea, hay muchas montañas, incluso los pueblos del campo se encuentran dentro de un valle rodeado de montañas. En cambio, aquí todo es plano. El cielo y la tierra se ven pegados. Al ver eso, sentía que mi mente se despejaba. Ese paisaje era la paz misma. El ambiente mismo daba la sensación de paz”.
El ahora, el instante. La tercera sala se llama específicamente “Chal-la” que significa “el momento preciso en que sucede algo. ´Chal-la´ es nacer y morir. En un ´Chal-la´ nace una vida y al mismo tiempo se desvanece otra. A eso se le llama un “Chal-la”. Una vida que nace y otra que desaparece”, reflexiona la artista. Tres maderas solitarias (la metáfora del vía crucis se cuela ahí) se encuentran en el centro del espacio rodeadas por las paredes negras de la sala. A su vez, una pintura atravesada por los colores del fuego, se impone y genera la luz que falta en el espacio. Un final y un comenzar.
Su trabajo tan complejo y personal de a poco adquiere su condición universal. Francie Healey, autora de “Honjok, el arte de vivir en soledad” (2020), plantea que el aislamiento potencia la creatividad y el estar solo permite que afloren ideas y expresarse individualmente. La pandemia nos obligó a estar solos. Para YunShin fue una oportunidad de encontrar la forma de narrarse y narrarnos, y también su forma de poder empezar de nuevo.
“A través del arte todo se renueva. Es muy importante. Los humanos no pueden sobrevivir sin nuevas creaciones. Lo nuevo significa desarrollo. La novedad significa una modificación constante e infinita”, explica. “Lo nuevo se crea a través del arte. El arte siempre busca lo nuevo y lo siente. Y nosotros encontramos la felicidad y la esperanza en ello”. En su obra queda marcado ese instante de renovación, su “Chal-la”.
Para visitar la muestra:
– Lugar: Salas de Exhibiciones y Sala Kim YunShin del Centro Cultural Coreano (Maipú 972, CABA).
– Horario de visita: Lunes a viernes de 9 a 17 (con reserva previa en info.centroculturalcoreano@gmail.com).
Para ver el video curatorial:
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