A medida que avanza la pobreza en los sectores más postergados de la ciudad y […]
Publicado el 2 mayo, 2020 por Nicolás Rosales
A medida que avanza la pobreza en los sectores más postergados de la ciudad y se dificulta el respeto por el aislamiento social y la higiene personal, aumenta rápidamente el contagio por coronavirus (COVID-19). Los barrios Carlos Mugica (Retiro) y Rodolfo Ricciardelli (Bajo Flores) son los más castigados hasta el momento.
Resulta muy difícil respetar el aislamiento social en las villas y zonas de la ciudad donde habitan los sectores sociales más vulnerables desde todo punro de vista. La realidad muestra que la curva de contagios por coronavirus viene en aumento y esto despertó una alarma entre los vecinos y vecinas.
Según datos oficiales, hasta hoy el gobierno porteño tiene confirmados 124 casos de COVID-19 en los barrios más vulnerables de la ciudad: 57 casos en la Villa 31 y otros 48 en la 1-11-14. Sin embargo, las cifras de infectados serían muy superiores a las reconocidas hasta el momento por las autoridades. Así lo vienen advirtiendo algunas organizaciones sociales presentes en el territorio.
La acción comunitaria
Desde la comunidad barrial se reforzaron algunas líneas de acción orientadas a mitigar el impacto del virus. Por una lado, se repartieron folletos en la modalidad “bajo puerta” para evitar contacto entre las personas y se comunicaron las medidas de prevención vía redes sociales y grupos de whatsapp a cargo de los referentes de las cooperativas barriales. También se implementaron acciones en radios comunitarias y a través de instituciones religiosas con los curas villeros.
Se realizan recorridas territoriales con megáfonos por las calles internas de los barrios y se articuló la comunicación con comedores barriales para que entreguen material de difusión junto a las raciones de comida. Se aprovechó para informar sobre la prevención del dengue.
El aislamiento social
A pesar de estos esfuerzos, el distanciamiento físico resulta muy complicado de cumplir por la propia estructura de los barrios. Los últimos datos censales confirman que en la Villa 31 hay más de 40 mil habitantes y en el Bajo Flores más de 53 mil.
El hacinamiento se pone de manifiesto cuando es sabido que las habitaciones de las viviendas son pequeñas, con poca ventilación y convivencia de muchas personas. Por otro lado, la falta de changas -al estar imposibilitados de salir a trabajar- provocó un aumento de demanda en los comedores comunitarios.
A esta compleja y preocupante situación se le suma la falta de agua en la Villa 31, algo que agrava el día a día por no poder mantener una adecuada higiene personal, tan necesaria en este contexto. Los y las vecinas aún no han tenido una resolución a este problema.
Ph: Telam.
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