La cultura comunal entre la crisis económica y las alternativas

La situación de los espacios culturales era crítica previa a la cuarentena. Con la pandemia se vio fuertemente agravada en algunos casos y con propuestas alternativas en otros. Te contamos tres casos bien diferentes.

Algunos espacios se reinventan durante la cuarentena para diagramar la forma de subsistir. No solo abarcando la difusión de prácticas artísticas, sino también con la posibilidad de contener y articular demandas manteniendo los lazos comunitarios. La virtualidad emerge ante la necesidad, la ayuda del estado también, y bajar la persiana es la más triste noticia. Estar cerrados significa no tener ingresos. Y no tener ingresos significa no poder afrontar gastos ni sueldos. Este contexto de pandemia es también una oportunidad para visibilizar la enorme desprotección en la que se encuentra la actividad cultural autogestiva. Quizás sea además un momento para revertir esta situación a partir de políticas concretas y con leyes específicas.

“Queridos amigos, esperamos que se encuentren bien, en este tiempo tan particular  y complejo por el que nos toca transitar”, así empezaba un mensaje de Whatsapp masivo que enviaba José de La Turba, el espacio ubicado en la calle Varela 503 que tuvo que cerrar. “Nosotros estamos todos bien, pero lamentamos tener que contarles que finalizando junio cerraremos el Centro Cultural. Aún no tenemos noticias del subsidio al que aplicamos y de todas maneras el mismo solo cubriría el 70% de los gastos por los meses de abril, mayo y junio”, continuaba comunicando la triste noticia. “En estas condiciones, se nos hace muy riesgoso seguir apostando a sostener La Turba, ese espacio que construimos entre todos. Les pedimos disculpas a los que se verán afectados en las actividades de talleres y ciclos de espectáculos  ya programados. Pero fundamentalmente queremos agradecerles todo el amor que le pusieron a este proyecto. Fue hermoso haber compartido con ustedes estos tres años”, detallaba. “Gracias, un beso a cada uno, aunque no se pueda. Ya se nos hacía imposible mantenerlo abierto ante tanta incertidumbre”, se despedía sin posibilidad de reinventarse.

Silvia, del Espacio Cultural Punto Arte de la calle Bonorino 274 de Flores, en cambio, nos contó cómo hacen para seguir aguantando. “Nosotros venimos de un 2018 y un 2019 muy duro. Y para nuestra actividad los veranos no son la mejor época, por lo tanto en todo este año no hemos tenido entradas y tampoco subsidios. Hasta marzo pagamos los servicios con ahorros que guardábamos para hacer un arreglo en el techo y luego, les amigues nos están apoyando nuevamente. Como cada vez que necesitamos, alguna vez fue con presencia, tiempo y trabajo y ahora con dinero, para pagar servicios fundamentalmente. Si tuviéramos que alquilar, no hubiésemos podido sostenernos. Nos anotamos en una ayuda del Ministerio de Desarrollo, justamente para espacios culturales y teatros independientes, pero hasta el momento no hemos tenido novedades”.

Para Silvia, lo virtual no pudo ser: “Anímicamente estamos bien, aunque muy preocupadas por la situación sanitaria y por el futuro, nos cuesta imaginarnos las actividades del espacio de un modo virtual, era y espero que siga siendo un espacio para el encuentro, ya sabes, desde la música, el teatro, la plástica y también el diálogo y muchas cosas más”. “Por el momento, las actividades de espectáculos quedaron suspendidas y los talleres, también. Algunos coordinadores que tenían grupos muy estables de alumnos siguen dando clases, desde sus casas, digamos de forma individual, no por parte del espacio. Pensamos, salvo que haya novedades del gobierno, en el modo de llevar adelante la cuarentena, reabrir cuando sea permitido y  volver a la cosa presencial”, aguarda esperanzada. “Si esto se extendiera después de septiembre, ya tendríamos que resolverlo de otro modo”, diagnosticó.

Distinto es el camino que han podido adoptar los espacios oficiales que dependen del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sergio, el coordinador  del Centro Cultural Adán Buenos de Parque Chacabuco, nos contó como viene siendo su experiencia: “Teníamos justo el fin de semana que empezábamos con la actividad fuerte, porque Enero y Febrero generalmente lo utilizamos para refacciones en el espacio, como pintura, y lo que es en la sala de teatro el sistema de luces y sonido, fue cuando se decretó la cuarentena y el aislamiento social. La verdad es que en el Adán no nos gusta quedarnos quietos y empezamos a ver posibilidades para poder llevar actividades culturales a los vecinos, a los habitué de siempre”, relató.

“Empezamos a hacer clases de nuestros talleres vía Zoom. Los habitué se adaptaron rápidamente, incluso muchos vecinos que no nos conocían, comenzaron de esta manera. En los grupos de los talleres los profes van mandando videos vía Whatsapp, también por Classroom que es a través de Gmail. Incorporamos además vivos de Instagram, y de Facebook. Lo mismo estamos haciendo en lo que respecta a muestras de arte, con videos y fotos en nuestras redes.  Ahora que se nos vienen las vacaciones de invierno estamos viendo la posibilidad de trasmitir espectáculos de teatro infantil, viendo en qué canal lo podríamos hacer. Y si esto funciona podríamos llegar a subir espectáculos para adultos, de danza, música, etc. Estamos teniendo una buena recepción del público en general. Tenemos un promedio de 65 alumnos en cada taller”,  detalló de manera positiva.

Finalmente Sergio proyectó: “Esperamos que cuando las condiciones estén dadas, podamos abrir la sala de teatro, quizás con la capacidad más reducida. Con espectáculos más pequeños en cuanto a artistas en escena. O las muestras de arte con capacidad limitada de quienes puedan verla, que un grupo salga y pueda entrar otro, con todos los recaudos que deban ser”.