Camilo Carrizo, miembro de la Asamblea de Floresta en el «Espacio por la Plaza Cultural […]
Publicado el 13 mayo, 2018 por Redacción LC7
Camilo Carrizo, miembro de la Asamblea de Floresta en el «Espacio por la Plaza Cultural del Corralón de Floresta», repasa en esta entrevista la historia del corralón durante los últimos años, cómo fue su derrotero y las expectativas ante la modificación del lugar en una «Plaza Cultural» por el gobierno porteño.
El «Corralón de Floresta», ubicado en Gaona 4660, está siendo remodelado. La obra del gobierno porteño costó casi 54 millones de pesos y está a cargo de la empresa Caramian SACIFI.
Muchos grupos fueron ocupando el espacio, con espectáculos y cursos gratuitos a la gorra, entre ellos, «El Épico de Floresta», la «Asamblea Barrial», el grupo de «Danzas Bolivianas», la «Huerta Comunitaria», el «Átiko», los «Arqueólogos», la «Murga» y muchos otros que convirtieron a este lugar en un auténtico centro cultural y artístico del barrio de Floresta.
Durante el mes de junio se estrenará en el Cine Gaumont el documental «Huvaití, salir al encuentro», que es el testimonio fílmico de la vida de estos colectivos culturales.
La Comuna 7: Hagamos un poco de historia…
Camilo Carrizo: El Corralón tiene mucha historia desde principio de siglo pasado, pero si hablamos de los últimos tiempos, podemos empezar con la recuperación del espacio por parte de diversas organizaciones en 2005, durante el gobierno de Aníbal Ibarra. En ese momento, había una relación más fluida con el Estado a través del CGP, y se desarrolló un proyecto de plaza en conjunto, con participación de los vecinos. De esos grupos que originalmente recuperamos el espacio, los que seguimos existiendo hasta hoy y otros más, formamos este espacio que denominamos «Espacio por la Plaza Cultural del Corralón». A partir de la destitución de Ibarra y la posterior asunción de Macri en el GCBA, el vínculo Corralón-Estado se perdió, y los intentos de intervención sobre el predio durante los 8 años de su gobierno y los primeros de Larreta, fueron indirectos. Es decir, nos llegaban rumores o especulaciones de destinos para el predio distintos al de la plaza (que ya tenía desde el gobierno de Ibarra un compromiso escrito y marco legal que protegía al predio con ese destino) y los grupos tomamos una actitud de resistencia frente a un gobierno que avanzaba. En ese período, comienzan a surgir las ideas de lo que hoy denominamos «Plaza Cultural». La Plaza Cultural es un concepto amplio que integra una amplia diversidad de aspectos. La Plaza Cultural del Corralón es un espacio verde, abierto a la comunidad, de recreación; con preservación de los sitios históricos; integrado con la escuela media que logramos que se construya en el predio; atravesado por la memoria, por los trabajadores detenidos-desaparecidos que desarrollaban allí sus tareas y la de Maxi, Cristian y Adrián, fusilados en nuestro barrio en 2001, víctimas de la violencia institucional; es un espacio de desarrollo de la cultura popular, esa que nace desde la participación; pero más que nada es un símbolo de la lucha del barrio por defender sus conquistas, el bastión de un mundo posible.
LC7: ¿Qué sucedió con los grupos «El Atiko» y «La Huerta»?
CC: Estos dos grupos que mencionas, empiezan a participar en el Corralón en una segunda etapa, viéndolo desde la mirada histórica que recién hacíamos. Ellos no formaron parte de la construcción del proyecto de plaza original, aunque si aportaron a lo que en ese momento estaba siendo el Corralón, como te decía, frente a la incertidumbre del accionar del gobierno, con el surgimiento de diversas actividades culturales como las que ellos realizaban. Al entrar, estos grupos se incorporan a la orgánica del espacio, que era un plenario de todos los grupos que convivíamos en el Corralón. Este órgano se mantiene hasta que el gobierno actual decide intervenir en el espacio. Al haber un abordaje real y tangible por parte del estado (En principio a través de la Comuna 10 y luego la Secretaría de Descentralización), los grupos que hoy integramos este Espacio por la Plaza Cultural, decidimos presionar al gobierno para que cumpla con los acuerdos preexistentes y a partir de ese proyecto original de plaza, se realice una adecuación que se adapte a las nuevas necesidades, contemplando la conservación del patrimonio y la memoria histórica. Por suerte, el GCBA, tomó este proyecto original y le realizó adecuaciones en ese sentido, a nuestro parecer, incluso más allá de lo esperable de este gobierno. Por parte de estos otros grupos, decidieron desarticular el plenario, y empezaron a autodenominarse «Grupos Culturales», tomando otro tipo de determinaciones frente al Corralón, tales como un acampe realizado en el lugar para que no comiencen las obras. Actualmente, nuestro trabajo consiste en seguir de cerca el desarrollo de la obra, para corroborar la ejecución del proyecto como lo consensuamos en la mesa de trabajo con el estado, y trabajar para que se respeten los acuerdos alcanzados con respecto a la continuidad de las actividades una vez finalizada la misma.
LC7: ¿Cuáles son esas «adecuaciones al proyecto más allá de lo esperable» por parte del Estado?
CC: En cuanto al rol del estado en las negociaciones, encontramos en los equipos técnicos principalmente, predisposición para llegar a acuerdos, estando abiertos a las propuestas que se habían gestado a partir de la participación popular. De hecho, el estado toma como base para empezar a discutir, el proyecto de plaza original, algo que para nosotros fue un avance importantísimo. Sabemos que la instancia de aplicación es otro tema totalmente distinto, pero este es un gobierno que suele saltearse las instancias de diálogo y avanza con proyectos absolutamente contrarios, pero por suerte, y casi como una excepción a la regla, no sucedió así en este caso.
LC7: ¿Por qué cree que las decisiones de los autodenominados «grupos culturales» fueron inconducentes?
CC: Institucionalmente en nombre de todos los espacios que nos integran es muy acotado lo que se puede contestar, ya que pasamos al terreno de las apreciaciones personales. La apreciación sobre las decisiones ajenas, nos excede como colectivo y los miembros que lo integramos no podríamos brindar nada que se acerque a una síntesis, porque es un proceso que no hemos atravesado. Sin embargo, creo que es importante aclarar que si bien decidieron no participar de las negociaciones con el estado, nosotros pusimos sobre la mesa las demandas por los espacios y condiciones que garanticen la continuidad de las actividades que ellos realizaban.
ENTREVISTA: SILVIO FLORIO.
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