Cuando el barrio se vuelve a encontrar

Entrevistamos a Carla Delzart, integrante del Corso de Culpina de Flores quien repasó la historia del corso y remarcó la importancia de los carnavales para la alegría del pueblo en un contexto de crisis en lo económico y social. 

El caso del Corso de Culpina camina desde hace varios años el circuito independiente de murgas barriales. Sus integrantes, todos los años producen su propio carnaval en la parte sur de Flores. 

Este año fue el 12 de febrero. 

Carla Delzart, integrante del corso le contó a La Comuna 7, “Este es un corso recuperado por las vecinas y vecinos organizaciones culturales y políticas allá cuando se vuelve a tener oficialmente el feriado de carnaval”.

También detalló, “Nuestra murga, “Herderxs de la locura” supo que este corso tiene más de 100 años. Porque en esa época llegaban carrozas desde Mataderos al barrio por la calle Culpina, donde luego ahí se realizaba la quema del momo, la elección de la reina”, aseveró. 

A continuación también aclaró, “Nosotros y nosotras pertenecemos al circuito independiente y estamos organizados de esta manera, autónomamente en la gestión de nuestros recursos. Somos asamblearios en nuestra organización, y no tenemos directores. Somos nosotros mismos quienes decidimos que vamos a cantar y hacer arriba del escenario. Esto último es una decisión ideológica”, aseguró.  

Delzart agregó, “También tenemos una red nacional. Aun así no nos es ajeno que se recorte el presupuesto del carnaval. Y que cada vez sea más represivo el entorno y menos festivo. No solo por la emoción que hay en el barrio sino también por la incertidumbre que impera en los planos económicos y sociales. Por otro lado, la policía de la ciudad, que obedece leyes y órdenes a veces de reprimir, así en los barrios se respira un manto, o un clima de tensión. Sin embargo, resistir con alegría es uno de nuestros lemas”, dijo. 

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En el barrio de Villa Crespo sucedió que la murga “Cachengue y Sudor”, un corso independiente, fue intimidada por parte de la policía de la ciudad al no poder presentarse cortando la calle, y teniéndose que movilizar más tarde a una de las plazas públicas. El público allí presente, les hizo el aguante, y a pesar de esta situación se presentaron igual. 

La metáfora de los carnavales, y parte de su esencia es el desorden, la rebeldía, la protesta, la participación vecinal, desahogo, ocupar la calle, y es el festejo colectivo. La lista podría seguir.

La caravana 

“El Corso de Culpina sufrió mutaciones. A pesar de que los años de pandemia nos vimos refugiados, aún así salimos a la calle en caravana por la calle Culpina. Este año también. Salimos de caravana y los vecinos y vecinas se engancharon sumándose o saludando desde sus balcones y casas”, relató Carla. 

En el plano descriptivo de la jornada la integrante de la murga dijo, “También realizamos la tradicional quema del momo, que al encenderlo iluminó lo nuevo, y en las cenizas queda lo viejo, lo que queremos que se vaya. Además, en esta última salida hicimos un baile de carnaval que se hizo en el Club Flores Sur donde participaron un montón de familias, vecinos, vecinas, y otras organizaciones sociales que forman parte del corso”, expresó. 

Rituales

Por último, Carla Delzarte continuó brindando más imágenes de lo vivido en el ritual del encuentro con la gente y el corso, “El momo de este año, tenía un arco y una pelota, porque creemos que fue muy importante para los niños, niñas y adolescentes el contar con un espacio como un club para poder disfrutar del deporte. El encuentro, el juego- En fin, la recreación como un derecho. Queremos que eso se multiplique en otros lugares para continuar resistiendo. 

Para quemar, tuvimos una especie de pirámide que representó a los medios de comunicación, de los que nosotros decimos que no comunican si no que más bien confunden. Y en la parte de más arriba hubo una peluca, claramente haciendo alusión al actual presidente de la nación y su gobierno”.

Por último detalló, “Se presentaron las murgas Herderxs de la Locura y Murga Maestra”.