Desde el 17 de febrero, lxs maestrxs nos encontramos en las escuelas, arrojadxs a la […]
Publicado el 30 marzo, 2021 por Melisa Correa
Desde el 17 de febrero, lxs maestrxs nos encontramos en las escuelas, arrojadxs a la tarea de armar esquemas de presencialidad para que comiencen las clases. Estos fueron rebotados por el Ministerio de Educación con la única finalidad de sostener más encuentros, más horas dentro del edificio escolar, más exposición.
Desde aquel día hasta la fecha, no tenemos sistematizados horarios ni grupos de alumnxs. Todo cambia repentinamente. Lxs funcionarixs del Gobiernos de la Ciudad caratulan este desorden como “dinamismo”. Nosotrxs lo entendemos como un capricho, como un descuido al trabajo de miles de toda la comunidad educativa.
La discusión no es si lxs docentes queremos volver o no a las aulas, el problema se centra en el cómo, en el cuidado de todxs aquellxs que participamos del proceso de enseñanza-aprendizaje. Reducir el problema a un ajuste de voluntades implica desconocer las responsabilidades que atañen al gobierno, es decir, oscurece el entramado del problema.
La puesta en marcha de “burbujas” como forma en la que lxs chicxs deben volver a “revincularse” con la escuela, presenta no sólo un fragmento del protocolo sino también una idea política propia de aquellxs que entienden el individualismo como razón de vida. Una persona vive en una burbuja cuando no sabe lo que pasa a su alrededor. Sabemos lo imposible que resulta vincularse con algo si estás dentro de una burbuja.
En esta nueva modalidad de presencialidad escolar: no se pueden compartir útiles (no todxs lxs chicxs pueden traer todo lo necesario para aprender), es imposible dar la mano contener a un niñx que se siente triste (esto sucede bastante en la escuela por varios motivos), no se puede cantar, en los primeros grados lxs chicxs no ven nuestras expresiones cuando leemos un cuento por el uso del barbijo, no reconocemos cuándo un compañerx se siente mal ya que nuestra cara está siempre tapada. En este sentido, las burbujas, son sólo eso, burbujas que inhabilitan cualquier forma de vinculación con el otro.
Para nosotrxs, lxs que habitamos la escolaridad desde múltiples aspectos, escuela es: territorio, comunidad, redes afectivas. La escuela es política colectiva. Estar en la escuela, implica saber qué le pasa a ese otrx por el cual levantamos la bandera de la patria.
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