Jueves 03 de Octubre del 2024

Un paseo por los orígenes

“La encendida historia del polvorín de Flores” se llamó la charla virtual llevada del historiador […]

Publicado el 21 noviembre, 2021 por Juan Bertrán

“La encendida historia del polvorín de Flores” se llamó la charla virtual llevada del historiador Horacio Galacho organizada por la Junta de Estudios Históricos de Parque Chacabuco. Un recorrido por el pasado del barrio.

Atravesar el tiempo, recorrer la historia y conocer cómo era el barrio de Parque Chacabuco antes de serlo. De eso se trató la charla virtual “La encendida historia del polvorín de Flores” disertada por el historiador Horacio Galacho y organizada por la Junta de Estudios Históricos de Parque Chacabuco el pasado 11 de noviembre.

Un poco más de una hora duró la conferencia a la que asistieron más de 40 personas, en donde Galacho recuperó la historia del polvorín de Flores, una construcción que se encontraba en donde hoy se ubica el Parque Chacabuco. A lo largo del encuentro, el historiador repasó su creación, el desarrollo de la zona, sus funciones y su conversión en el parque.

Galacho empezó la charla contando cómo estaba compuesta la pólvora y cómo se fabricaba y comerciaba. El polvorín de Flores se fundó en 1784 y surgió por la necesidad de almacenar la pólvora traída de Europa, en una época en donde se construyeron diferentes polvorines en distintos espacios de la Ciudad de Buenos Aires, como en San Telmo y Retiro.

La zona de lo que sería el Partido de San José de Flores (donde se encuentra Parque Chacabuco actualmente) era en ese momento considerada un lugar alejado del centro de Buenos Aires por lo que era propicia para la instalación de este almacén de pólvora. “Parque Chacabuco en esas épocas es campo abierto y está lejos de la población”, aclaró el historiador que remarcó que la pólvora se guardaba principalmente en donde hoy se encuentra el edificio de la Escuela N° 1 “Alfonsina Storni”.

Por otro lado, Galacho subrayó que “crear un polvorín significaba poder suministrar pólvora suficiente para la enorme cantidad de soldados y armamento necesarios, tal como lo concebía (el virrey) Vértiz”. En esa época, Buenos Aires contaba con más de 7 mil soldados.

El sitio donde se instaló el polvorín primero había sido una posesión de los jesuitas. Para la época del Virreinato de Vértiz, los jesuitas habían sido expulsados de todos los territorios españoles y la administración de esos bienes quedó a cargo de organismos oficiales españoles. El Virrey Vértiz dispone la creación del polvorín en marzo de 1781. Sin embargo, lo termina habilitando su sucesor, Nicolás del Campo en 1784.

La pólvora en general venía desde Cádiz y acá se realizaba un mantenimiento a través del asoleo, donde se colocaba la pólvora en telas blancas que se dejaban secar al sol, se la clasificaba y se la guardaba en barricas. Galacho detalló que existen muy pocas imágenes del polvorín y luego abordó detalles de su construcción y sus características arquitectónicas.

Según el historiador, el edificio estaba rodeado por un muro de protección y sólo contaba con una puerta para ingresar al polvorín en uno de los cuatro costados. Además, el polvorín estaba rodeado por edificios complementarios, como la retaguardia que custodiaba el espacio. Ésta era la forma en que los polvorines se construían entre los siglos XVIII y XIX. A continuación, Galacho mostró otros polvorines del mundo y cómo se reconvirtieron y se pusieron en valor para tener nuevos usos en la actualidad.

A principios del siglo XIX, se produce el litigio con la familia Pesoa, la cual reclamó terrenos en el partido de San José de Flores. Si bien el reclamo era injusto y que nunca pudieron demostrar tener ningún título de propiedad, el Estado le otorgó a esa familia la posesión de diferentes terrenos, incluso a pesar de las quejas de quienes trabajaban esas tierras. Una vez que tomaron posesión de las mismas, las fraccionaron y vendieron. Entre esos terrenos estaba el polvorín, el cual el Ministerio de Guerra decidió comprar.

La última parte de la charla se enfocó en la inseguridad y los peligros de la existencia de un polvorín en un lugar en donde había cada vez más población y desarrollo. El incendio del polvorín de Parque Lezama y de una fábrica de pólvora en Flores (que hizo que se creara el mito de que el lugar que había estallado había sido el polvorín de Flores) provocó que se empezara a pensar en trasladar el polvorín.

“La explosión del polvorín de Flores (como decían los diarios), en realidad, se refería no a un polvorín, sino a una fábrica de pólvora que estaba ubicada al borde de Agronomía”, señaló Galacho y luego agregó: “Este fue el acontecimiento que probablemente influyó más en la determinación de levantar el polvorín de Flores por parte del Ejército y facilitar por lo tanto las intenciones de la municipalidad de crear un parque”.

Una vez finalizada la disertación, Galacho respondió preguntas de los presentes, entre los que estuvo el Presidente de la Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires, Rubén Camillozzi. Un encuentro para imaginar cómo era el polvorín de Parque Chacabuco y para recorrer el barrio y pensar qué es lo que pudo haber pasado en ese mismo lugar hace 200 años.


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