La «Asociación de Revistas Culturales Independientes» (ARECIA) publicó su informe anual y admite que los […]
Publicado el 4 febrero, 2016 por Fernando Zuker
La «Asociación de Revistas Culturales Independientes» (ARECIA) publicó su informe anual y admite que los datos de 2015 son alarmantes y confirman las consecuencias de los aumentos arbitrarios del papel y las maniobras corporativas en la distribución. El cierre de las revistas autogestivas pone en riesgo el pluralismo del sector gráfico, cada vez más concentrado en Argentina.
La entidad relevó por cuarto año consecutivo la situación del sector gráfico comunitario y autogestivo, que año tras año se reconoce, organiza y empodera en todo el país. El informe 2015 confirma las consecuencias de una situación alarmante que los editores independientes denuncian desde hace años: la falta de legislación que promueva políticas públicas de fomento, protección y equidad frente a un mercado de prensa gráfica concentrado y desregulado en los dos extremos de la cadena: la producción de papel y la distribución y venta. Esto significa el incumplimiento por parte del Estado de los tratados internacionales en materia de Libertad de Expresión que ordenan “evitar o revertir los monopolios u oligopolios en la propiedad o control de los medios de comunicación”.
Ante esta situación desigual, el censo de AReCIA evidenció lo que desde hace años se trata de evitar: que haya menos editores publicando. Hay menos voces. De las 213 revistas censadas en 2014; en 2015 continuaban en actividad 178. “Nuestra revista se dejo de imprimir hace 6 meses por los costos elevados del papel”, lamentó el editor de En línea (Mar del Plata), mientras que uno de los editores de la publicación Ginasiá (La Plata) agregó:“Dejamos de editarla por el aumento en fotomecánica y papel en diciembre”. Ese fue el tono general de las respuestas de los editores a los que la asociación decidió consultar para obtener un registro cualitativo de la situación.
A pesar de las publicaciones que no pudieron sostener la periodicidad de sus ediciones, las voces de los editores independientes continúan escuchándose en todo el país: CABA (48,9 por ciento), Zona Metropolitana Bs As (15,7 por ciento), región Centro (17,4 por ciento), NOA (7,9 por ciento), Cuyo (5,1 por ciento), Patagonia (3,4 por ciento), NEA (1,7 por ciento).
El impacto de los aumentos en el papel e imprentas fueron muy fuertes debido a que del total de revistas, el 74,2 por ciento continúa publicando en papel, mientras que el 25,8 por ciento son publicaciones exclusivamente digitales. El incremento en los precios del papel, de acuerdo a cifras del INDEC, hasta octubre de 2015 acumula un 23 por ciento desde el año anterior, mientras que si se toma la inflación desde octubre de 2013, el acumulado es de 68,9 por ciento.
El acumulado supera y sigue sumando al ya denunciado en otro período similar: entre diciembre de 2012 y agosto de 2014 se registró una suba del 63 por ciento. “Si el papel tiene un precio impuesto por un monopolio, solo el monopolio brinda información”, denunció entonces la Revista Cítrica (CABA).
El último empujón —cuyas consecuencias agravan la situación reflejada en este censo—se registró tras la devaluación de diciembre de 2015 que se tradujo en bruscos aumentos. “Aunque logramos un buen acuerdo con la imprenta, que conoce nuestra situación económica, no tenemos forma de absorber el aumento del 30 por ciento si no es trasladándolo al precio, es decir, a ustedes, los lectores”, explicó la Revista Barcelona (CABA), una de las fundadoras de AReCIA, en su edición de enero.
Otra señal de la suba en los costos se refleja en el tipo de comercialización: en 2014 las publicaciones pagas eran 60,3 por ciento; en 2015 este porcentaje se incrementó un 8,8 por ciento. En paralelo, la tirada promedio descendió de 3013 ejemplares en 2014 a 2880 en 2015.
En cuanto a la publicidad, de las 178 revistas censadas, el 79 por ciento vende espacios publicitarios, que ocupan en promedio el 21,7 por ciento de la superficie de la publicación. Un dato es relevante para romper el mito subsidiario de las revistas culturales: sólo el 17,4 por ciento de las publicaciones censadas recibió pauta oficial en 2015.
Entre las revistas que venden espacios publicitarios, en el 64,5 por ciento son los propios integrantes del equipo editorial que se encargan de conseguir auspiciantes, el 39 por ciento tiene vendedor propio, el 3,5 por ciento comercializa con una agencia de publicidad y otro 3,55 por ciento recibe ingresos a través de Google Adsense o servicios similares.
Al otro extremo de la cadena, el sector está concentrado —7 empresas periodísticas comercializan 68 títulos y sólo dos (Clarín y La Nación) controlan “el 50 por ciento de la distribución”, según el sindicato de canillitas Sivendia— y desregulado por el decreto 1025/2000, que reza: “La eliminación de todas las restricciones a la oferta de bienes y servicios en todo el territorio nacional que distorsionen los precios del mercado”.
Descargar el Informe 2015 sobre el sector de revistas culturales, en formato .pdf
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