El comisario Alejandro Attili recibió a los vecinos para hablar sobre la inseguridad en la Comuna […]
Publicado el 21 noviembre, 2016 por Gustavo Viera
El comisario Alejandro Attili recibió a los vecinos para hablar sobre la inseguridad en la Comuna 7 y les manifestó su fastidio por no contar con los recursos necesarios para combatir el delito en Flores.
El asesinato de la mujer en la carnicería de Flores generó un rebrote del tema de la seguridad en el barrio. Tal es así que la Comuna 7 tuvo que armar un encuentro entre vecinos y el comisario en la dependencia de la Comisaria N° 38 ubicada en Bonorino 258. Al iniciar la reunión, la comunera Claudia Mamone encuadró los temas que se iban a tratar: Plaza Flores, pasajes y casco histórico. Sin embargo, no impidió que la catarsis de los presentes cruzara cualquier límite.
La Plaza Flores fue uno de los temas en el podio: grupos que acampan ahí, se bañan, ranchean, hacen asado, se drogan, lavan la ropa; fueron algunos de los reclamos de los vecinos.
Hasta el cura se sumó al banquillo de acusados por la inseguridad: uno de los vecinos afirmó que a todos los apaña el cura que les da de comer en el comedor de la basílica San José de Flores.
¿Por qué no los pueden sacar de ahí?, preguntó un vecino. «Cuando yo los encuentro en delito los traigo», contestó el comisario. Y agregó: «Son situaciones de calle. No los puedo castigar. Son problemas sociales». Ante la ausencia de efectivos, el comisario dijo que en Plaza Flores, de 9 a 19hs. hay 3 policías, y a la noche hay 2 policías apostados.
«En los nichos de gas esconden la droga», denunció una vecina del Pasaje La Porteña. Y completó: «Le fui a decir a la directora del Fader y me dijo que no podía hacer nada». El comisario repitió su respuesta anterior: «En los pasajes hay un policía. Formamos un corredor ahí».
Condarco entre Yerbal y Rivadavia fue otro de los puntos calientes denunciados: venta de drogas, alcohol, falta de higiene. «Todos los días es una locura. Inclusive, hay una casa tomada», se quejaron. «Yo no puedo hacer nada. El problema es la fiscalía. Yo te tomo la denuncia y la elevo a la fiscalía», comentó amargado el comisario.
Entonces, ¿qué hacemos? fue la pregunta reiterada de los vecinos.
«471 manzanas y 300 hombres en 5 turnos: «Díganme ustedes qué puedo hacer. Los móviles salen a la calle. 300 hombres divididos en 3 turnos para cubrir los móviles, las paradas, las consignas judiciales y el servicio bancario. Tengo 19 móviles en total y por turno están saliendo entre 10 y 12 vehículos. Puede haber falencias y de hecho las hay. Pero nos faltan herramientas«, respondió el mandamás de la 38.
Los vecinos afirman que antes veían más circulación de efectivos y patrulleros y que en el último tiempo había disminuido la presencia policial en las calles. En este punto, las autoridades afirmaron que hay movimientos en la fuerza por el traspaso de la Policía Federal a la jurisdicción de la Ciudad, proceso que se terminaría de acomodar el próximo 31 de diciembre.
Un vecino, con buen tino, pregunto: «¿y después del 31 qué va a pasar?», a lo que el comisario no titubeó en dar una respuesta tajante, dejando al descubierto el fastidio que provoca esto: «Yo le agradecería si usted me lo podría decir. No tengo idea».
Pero la frustración no quedó ahí: también culpó a la justicia en lo que su tarea respecta, recordando la metáfora de la puerta giratoria: «Están presos pero salen. Yo te muestro el libro de detenidos: 70 por semana, salen al otro día. ¿Qué culpa tengo yo? los agarro otra vez y salen». «No presionen solamente a la policía. Presionen al resto de las instituciones».
De hecho, en una extensa intervención, el comisario se lamentó por el poco respeto que parte de la ciudadanía tiene de las instituciones, y de paso cañazo, apeló al argumento inaugurado por Juan Carlos Blumberg sobre los derechos humanos para los delincuentes: «Tengo 53 años y cuando jugaba en la calle a la pelota, me llevaban en cana por estar haciendo quilombo en la calle. Hoy, pasa el patrullero y le tiran un pelotazo, y no pueden hacer nada. Entonces, las leyes hay que interpretarlas de otra manera, la jurisprudencia, los derechos humanos son parejos para todos. Hay gente que, cuando uno detiene a un tipo y se resiste, y le tiene que pegar una trompada, y salen ¿por qué le pega al detenido? Y el tipo estaba con un arma apuntándole a una señora que no tiene por qué apuntarle. Entonces, ¿qué derecho humano tiene esa persona que estaba apuntándole con un arma a otra? Eso repercute en las denuncias que tenemos nosotros y en los problemas de derecho que tenemos nosotros, que nos echan. Pero esto no es una excusa para no trabajar. El que está acá y viste esto esta expuesto a esas cosas, como está expuesto a que lo maten».
«¿Cómo te podemos ayudar?», se compadeció una vecina. «Tenemos que bregar por una justicia mejor», señaló el comisario.
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