El miércoles 24 se realizó esta tradición que recoge desde la cultura a uno de […]
Publicado el 26 enero, 2018 por Nicolás Rosales
El miércoles 24 se realizó esta tradición que recoge desde la cultura a uno de los encuentros más celebrados de la comunidad boliviana. Una crónica con imágenes propias de un evento lleno de música, colores, aromas y sabores en nuestra ciudad.
El lugar destinado desde la organización dentro del marco BA Festeja, fue en las intersecciones de las calles Compostela y Mozart, barrio de Villa Soldati. La Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, desde su Dirección General de Colectividades, acompaña desde hace un tiempo a la comunidad boliviana en esta celebración tan arraigada y tradicional en su historia.
En un día espléndido, desde las 11 de la mañana el lugar ya se encontraba colmado de gente. Hicimos una recorrida por los puestos de ventas de las miniaturas, y luego por el sector gastronómico.
Pudimos sentir así, desde la alegría de los concurrentes, el colorido, los aromas, los sabores y porque los bolivianos y bolivianas que residen en Buenos Aires sienten tanto orgullo por esta fiesta.
De alguna manera es volver a estar cerca de su patria, como estar en La Paz, Bolivia.
Tradición
La Fiesta de la Alasita es básicamente una gran feria cuya característica principal es la venta de miniaturas. Observamos entre muchos billetitos intervenidos artesanalmente, figuras de yeso en miniatura, pequeñas viviendas, automóviles y toros, entre otros artículos. Esta vez el toro negro decorado con decenas de billetes de pesos y dólares doblados en rulo, fue la vedette de la fiesta. El animal simboliza la fuerza y seguridad, además de la abundancia.
Ritual
El ritual indica que una vez adquiridos y al mediodía, estos objetos se conviertan en realidad, trayendo prosperidad material o amorosa también. La deidad aymara Ekeko (dios de la abundancia) es el objeto principal de la feria. El término «Alasita» proviene del aymara que quiere decir «comprame». Haciendo honor también a la Pachamama.
Largas colas, bendiciones y comida
Al mediodía, y formando largas colas, aquellos que adquieren las miniaturas, someten las mismas a un ritual que puede variar según el celebrante. Vimos que el rito consiste básicamente en una challa, rito andino que incluye una rociada con alcohol o vino, pétalos de flores, sahumerio, adornos coloridos y oraciones que mezclan tradiciones prehispánicas y católicas.
Y después de las bendiciones llega la hora de disfrutar de las comidas y bebidas típicas.
Algunos prefirieron hacerlo antes, debido a la gran cantidad de público. Nos animamos a probar charke con maíz pelado, papa, huevo y queso tipo de cabra. Nos comentaron que es un plato oriundo de Oruro.
Además hubo variedad de carnes, de vaca, de cerdo, en sándwich, con papas, salsas picantes, arroz, caldos y ensaladas.
Más tarde, sobre el escenario, hablaron las autoridades de gobierno, también aquellos que vinieron desde Bolivia. Siguió la música del altiplano con bailes y más fiesta hasta que cayó el sol.
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