Los centros comerciales suelen identificar a los vecinos, los une, los enorgullece. Flores Sur tiene […]
Publicado el 26 septiembre, 2016 por Fernando Zuker
Los centros comerciales suelen identificar a los vecinos, los une, los enorgullece. Flores Sur tiene el suyo en la Av. Varela y allí estuvimos para conocer su historia en uno de sus locales tradicionales: «Niní».
Al entrar al local de Varela 1170 se respira un aire distinto, con cierta mística. Uno tiene la sensación de viajar en el tiempo, de situarse en un local tradicional y típico de los años dorados de la Buenos Aires de los 40′. Las máquinas y herramientas de trabajo aún se conservan, lo que distingue a este comercio de la Comuna 7.
Nos reunimos para charlar y conocer un poco más la historia del local y los años de auge de la Avenida Varela con Silvana Laura Calderán, dueña de tercera generación, y con Alejandro Napoli, vecino cercano, profesor de historia, un amigo de la casa.
A continuación algunas impresiones del Bajo Flores, diálogos con café y masitas de por medio… imperdible.
Lacomuna7: Silvana, nos contás un poco la historia de Niní, sus comienzos…
Silvana Calderán: Mi nono, Vicente Natalio Calderán, llega de San Doná di Piave, a 30 km de Venecia, Italia, a la Argentina en 1938. Por eso todos los colores de la bandera italiana en el local. En los primeros años llega a Mendoza y trabaja como pizzero. Dos años más tarde vuelve a Buenos Aires. Ya acá había otro hermano que se llamaba Pedro, se encuentran y compran un local chiquito, que era este, pero la mitad. Mirándolo de frente, el lado derecho, y ponen una pizzería/heladería. En el año 1940 la inaugura. Ya en 1947 llegaron su esposa y sus dos hijos y una hermano, el menor. Estuvieron casi 9 años separados por la Segunda Guerra Mundial. El se viene para acá, pierden comunicación. A mi abuela los aviones le volaron la casa. Le mandaba cartas, él las recibía, y cuando se las contestaba, ella no las recibía. Mi tío y mi papá quedaron allá en la guerra, mi tío con meses y mi papá con 2 años y casi que no lo conocían a mi nono, a su papá. Mi nona se viene para acá con sus hijos, esperando no encontrarlos o pensando que su esposo ya había formado otra familia. Sin embargo, el va a recibirlos al puerto y se reencuentran. En el medio de la gente, los nenes lo reconocen, lo encuentran y salen corriendo. Es una historia hermosa.
LC7: ¿Y por qué este nombre «Niní»?
SC: Se llamó así porque la primera mujer que se casó de la generación de mi nono fue “Nina”, más conocida como “Niní”. Además a los varones mayores de cada una de las familias les decían “Nino”, todos eran “Ninos”. Luego se suman a la sociedad del negocio, mi papá y otro tío. En el año 1964 el espacio se amplia, y hacen esta pizzería/heladería más grande, comprando el local de al lado. Tal como se ve ahora, esta actual confitería. La pizza era la mejor del barrio. Cuando reinauguramos, los vecinos lo primero que nos preguntaron fue: ¿Para cuándo la pizza? ¿Para cuándo el helado? A mí me da miedo empezar a hacer de nuevo pizzas o helados porque no creo que pueda lograr hacer la misma elaboración que hacían ellos.
LC7: ¿Cuándo fue el mejor momento del local?
SC: Creo que cuando hicieron la inauguración del 64′ y estaba el Cine, en la galería ‘grande’ que está al lado del Banco Provincia y se llamaba «Universal». Allí cuentan que se corría el techo y se podía ver el cielo. Era algo muy moderno y lindo para la época.
Sin dudas que la historia del local y de sus dueños es casi cinematográfica. Con el paso del tiempo, el local nunca cerró, pero sí dejaron de hacer pizzas y helados. Hoy funciona como una confitería.
Minutos más tarde, para charlar acerca de la historia del circuito comercial de Varela, estuvimos con Alejandro Napoli.
Lacomuna7: ¿Qué importancia tuvo el corredor de Varela en esta parte del Barrio de Flores?
Alejandro Napoli: Fue importante porque fue creciendo al ritmo de la urbanización del barrio. Hacemos referencia a mediados de la década del 20 y las medidas para sanear el lugar debido a que éste era una lugar bajo y más allá, por la zona del Cementerio de Flores, era zona inundable y con basurales. Con este impulso de mejoramiento se fueron instalando las primeras casas, y así fue creciendo todo, y los negocios también. Por lo general, la gente que compraba acá era aquella que no tenía el dinero suficiente para comprar en zonas que cotizaban más. Esto era básicamente una barriada humilde que se estaba formando en un lugar que antes fue campo y que de a poco se estaba convirtiendo en un barrio. Había tantos inmigrantes en esta condición y nativos de una o más generaciones.
Por otro lado, el cine fue importante, de nombre Varela, tuvo su momento de esplendor y por ende la zona comercial que rodeaba a esta parte del barrio también. Al respecto, Alejandro aportó algunas anécdotas que valen la pena destacar. Contó que el Cine Teatro Varela se inauguró en 1925, y que cerró sus puertas en el año 1962. Además agregó que en esa época los cines eran «teatro» porque entre película y película había un «número vivo».
En este sentido Alejandro relató: “Venían números de cierta calidad, de artistas conocidos. Como anécdota se dice y está comprobado que Carlos Gardel actuó acá, el 8 de julio de 1933, que fue el último año que Gardel estuvo en Argentina”.
LC7: ¿Qué relación tenés vos con Niní como vecino?
AN: Soy vecino de acá desde que nací, vivo a unas pocas cuadras. Los recuerdos míos se remontan a la infancia. Iba a la vuelta al Colegio Santa Clara y venía a la pizzería «Niní» con mi mamá y mi papá. Mis padres, antes que naciera, en los años 50′ venían acá.
También recordó con precisión el último día que vino a comer una pizza: “Fue el viernes 2 de diciembre de 1983, día en el que terminé séptimo grado. Con mis compañeros y nuestras madres vinimos a comer acá. Justo 8 días antes que vuelva la democracia a nuestro país».
Tanto Silvana como Alejandro recordaron con cierta melancolía cómo se fue perdiendo un poco el movimiento de gente sobre la avenida. Atribuyen motivos de inseguridad y económicos. De agonía y decadencia del Mercado de Varela y también a que el circuito ya no tiene noche como la supo tener antes. Hacen referencia a la ausencia de bares o de un circuito comercial gastronómico. Napoli recordó que una salida típica de los años 50 era ir primero al Cine Varela y luego pasar por «Niní» a comerse una pizza o a tomar un helado.
Antes existían los típicos bares porteños que estaban abiertos hasta la madrugada. Muchos de los clientes que al día de hoy se acercan a la confitería recuerdan anécdotas de los padres o de los abuelos que venían como fieles clientes, de tradición.
En el final Alejandro planteó que “hay lugares que tienen buena atención y productos, pero la Niní tiene algo más importante que otros negocios no tienen, es que tiene alma, eso marca la diferencia y espero que la Niní sea un tradición con futuro”.
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